Los medios y los días

La igualdad no existe

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19 ene 2020 / 07:43 h - Actualizado: 18 ene 2020 / 10:46 h.
"Los medios y los días"
  • La igualdad no existe

¿Qué es un ministerio para la Igualdad? ¿Qué función tiene?, ¿que todos seamos iguales? Pero es que todos no somos iguales, existe el papel que desde la constitución hasta la más mínima de las normativas nos declaran iguales en derechos, pero no en obligaciones. Esos papeles tienen que existir, pero todos sabemos que mienten. ¿Por qué no hay un ministerio para las obligaciones? A los seres humanos se les debe colocar en la misma línea de salida, eso es la igualdad, pero luego un sinfín de circunstancias originan que no seamos iguales, de ahí se deriva la condición demagógica y populista de la llamada, en nuestros días, igualdad. Cuando esas circunstancias se obvian en pro de una quimérica igualdad, quienes salen perjudicados son los que más valen.

Si a estudiantes que han suspendido alguna materia, a pesar de ello se les concede una beca, se está castigando a quienes han obtenido buenas notas porque, en pie de igualdad, se merecerían dos o tres becas, pero no son iguales a los que han reprobado porque sus padres ganan más dinero. Esto ni es justicia ni es izquierda porque hay que detenerse a mirar capacidades, no cuentas corrientes ni, por cierto, sexos. De manera que o construyes de verdad el socialismo o miras las cosas en su contexto, todo lo demás es demagogia, engañabobos.

Dentro de poco me colocaré ante una clase de alumnos universitarios del último año de la carrera de periodismo. En mi lista de clase tengo casi 100 alumnos, pero en el aula se sentarán de forma habitual unos 30 o 40, a pesar de que el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) o eso que llaman Plan Bolonia, obliga a una asistencia no sólo a clase sino a tutorías. Si una asignatura vale 6 créditos, cada crédito son unas 25 horas de actividad docente, entre clases, tutorías y trabajo propio. Sólo una ínfima minoría cumple con su obligación, el resto pasa olímpicamente, duerme más de la cuenta o juega con cacharros informáticos y además debo ser un profesor de lo peor, pero resulta que lo normal es que cuando un grupo de profesores se reúne por lo que sea, aparezca el tema del pasotismo del alumno. Ergo, todos somos unos matados. Este año en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla se han jubilado –sin llegar a los 65 años- 5 profesores expertos en comunicación. He hablado con 3 de ellos y como una de las causas de su jubilación señalan: “es que estoy harto de los niños”. No, no es obligación de los profesores en la universidad crear el interés por saber y el ser consecuentes con la sociedad, somos responsables de enseñar bien, lo otro debe venir de familia y de los niveles de estudios elemental y medio.

En Andalucía, la matrícula es gratis o casi, por tanto, vamos a dejarnos de remilgos, los que no cumplen con su obligación de ser alumnos universitarios están estafando a la sociedad y muchos de ellos a la sociedad en general y a sus padres en particular, que en ocasiones hasta les costean el alquiler de la estancia en Sevilla y demás gastos cuando proceden de otros lugares. Este hecho no aparece solo en estas líneas, sino que se lo digo abiertamente a mis alumnos, yo no creo en la universidad populista del todos para dentro, donde en algunas facultades entran en primero 300 alumnos y salen graduados 300, algo falla aquí y uno de los fallos es que se aplica esa demagogia de la igualdad y no se hace la debida justicia con el que más trabaja ni se exige el esfuerzo académico que debe exigirse.

Lo mismo que acabo de esbozar para la universidad se puede aplicar a todo tipo de empresas, hay trabajadores y funcionarios indolentes que no pueden ser nunca iguales a otros que cumplan o deseen cumplir más de los que se les pide. El movimiento obrero unificado ya es una entelequia porque son los sindicatos los primeros que se han incrustado en el sistema que se supone que explota a los trabajadores. Los sindicatos son necesarios, pero en algunos de sus actos premian al mediocre porque los sindicatos –como todo el mundo- venden algo y ellos también venden aquello de que el cliente siempre tiene la razón y sus clientes, los trabajadores, son iguales y buenos por naturaleza.

¿Los inmigrantes ilegales son iguales a los que han nacido y se han educado en España o son españoles de forma legal, por méritos propios, por haber logrado la nacionalidad? No, no son iguales, eso es lo que dicen los papeles y el humano en una noche de insomnio y poseído por la espiritualidad de la compasión, arregla el mundo en un suspiro y nos declara a todos iguales. Hermoso pero falso, de nuevo el todos para dentro es otra demagogia, si tienes la casa sin barrer, primero barre tu casa y luego preocúpate por los demás. ¿Que ellos no tienen culpa de las guerras y las hambrunas? Tú tampoco, y si te crees que la tienes, en lugar de echar mano de la caridad, agarra tu maleta o un fusil y únete a ellos en sus países para echar de allí a los que provocan las guerras y vota en tu país contra la guerra, es decir, contra una de las dos o tres industrias que más puestos de trabajo ofrece en el mundo, puede que tengas que votar contra tu propio trabajo, ¿te parece bien? No, ¿verdad? Es mejor el ciberactivismo y el discursito de la igualdad, como ir a misa los días de guardar o salir de nazareno y punto.

Si la igualdad encierra injusticias con los que viven dentro de su territorio o país, esas injusticias aumentan con la filosofía del inmigrante bueno que enlaza con la del buen salvaje de Rousseau, algo que no deja de ser una abstracción intelectual bañada de misticismo porque sencillamente es falso.

La igualdad no existe ni va a existir nunca si nos referimos al sujeto como tal y nos metemos en más profundidades. Podemos, el partido político que tanto impulsa la pseudoigualdad, es un ejemplo vivo de cómo se comporta el ser humano: primero todos eran o pretendían ser iguales, ahora son un remedo de igualdad. Por otra parte, el ADN de cada cual ya convierte a los humanos en diferentes desde su nacimiento y los ministerios y las leyes deben adaptarse a estos hechos si tanto defienden también la diferencia, lo que ocurre es que es más fácil el todos somos iguales y punto en boca –xenófobo, racista y elitista el que diga lo contrario- porque eso evita hacer justicia real estudiando al humano como individuo y no como masa. Este asunto nos lleva a otro ministerio, el de universidades, pero eso lo dejamos para otro día, si me apetece escribir porque, total, todo esto ya sabemos que no sirve para nada... Un ministerio para la Igualdad tiene que ver con la captación mercantil de votos, no con la ciencia, y lo que interesa es lo primero, lo otro queda relegado a rincones académicos.