La vida del revés

La III Guerra Mundial ya está en marcha y nadie la puede ganar

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24 oct 2022 / 10:37 h - Actualizado: 24 oct 2022 / 10:48 h.
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¿Cuántos años seguidos llevamos encadenando crisis económicas, desastres naturales, pandemias y demás desgracias? ¿Hace cuánto tiempo no podemos descansar sin pensar que nuestra ruina es irreversible y que terminaremos viviendo debajo de un puente (ahora, destruido por una bomba llegada desde el este de Europa)? La fatiga es intensa y la puerta de salida sigue cerrada a cal y canto. Salida de emergencia no hay porque ya se han encargado los políticos de condenar las que se utilizaron en el pasado.

Los telediarios se han convertido en cataratas de sensacionalismo, de vídeos superficiales y contenidos ridículos. Ni una buena noticia, ni una. Y cientos de ellas nefastas y, muchas veces, irrelevantes que solo enfangan más el pensamiento. ¿No sería maravilloso que la irrelevancia fuese ocupada por algodón de azúcar informativo y así poder gozar de un respiro? Puestos a leer o escuchar chorradas que sean amables o graciosas.

Las conversaciones de taberna o familiares se han convertido en una especie de pasarela del insulto, de la crítica sin criterio alguno, del bulo tóxico y gratuito. Ejercemos de ‘cuñaos’ con enorme soltura. Y cada reunión se convierte en tragedia verbal, en casquería ideológica.

La lectura de los periódicos se extingue. Son muchos los que dicen que no leen un diario porque los grandes medios españoles manipulan y son un cúmulo de mediocridad informativa. Son pocos los que pueden presumir de independencia total. Un ejemplo lo encuentran ustedes en El Correo de Andalucía. Pero tampoco se leen demasiado. Eso sí, los mismos que acusan a esos medios de manipulación son los que leen en redes sociales cualquier cosa (incluidos bulos) y dan por bueno lo que se encuentran. Se suelen formar embrollos mayúsculos antes de que los que se enredan en ellos sepan que eso que defienden es un bulo de tamaño sideral.

Y, así; entre amargor y amargor, entre criterios endebles y peligrosos y cochambrosos; así, vamos haciendo frente al problema diario que supone superar una crisis eterna y profunda que no nos deja respirar.

Lean novelas, eviten la telebasura, acudan al cine para encontrar nuevas fórmulas con las que entender la vida, disfruten de la poca libertad que nos queda. Cualquier otra cosa es un desastre que se suma al que ya arrastramos hace años, a esa III Guerra Mundial que nadie puede ganar.