Los medios y los días

La Justicia no es un cachondeo

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17 sep 2022 / 05:57 h - Actualizado: 17 sep 2022 / 05:57 h.
"Los medios y los días"
  • La Justicia no es un cachondeo

Me imagino el estado de ánimo que tendrán, no sólo ahora, que les habrá aumentado la indignación, sino desde hace años, jueces y letrados en España, que han estudiado y asumido la venda en los ojos con que se representa a la Justicia y que se verán a menudo luchando entre su corazón y su razón en el desempeño de su trabajo. Sin embargo, llegan a la realidad y las mismas disposiciones legales existentes les impiden esa separación de funciones tan elemental para que exista una verdadera democracia. Ellos pueden rebelarse –y lo hacen, con moderación y cautela- pero el cachondeo llegará procedente de las normas que tanto los vinculan a la política y que los dividen en jueces conservadores y jueces progresistas, en abogados progresistas y abogados conservadores.

En el Parlamento de Europa acaban de dudar de Hungría como país democrático. Lo es –dicen- pero con una carga de autocracia que desgasta su condición. No me gusta que nadie se arrogue el derecho de juzgar a los demás desde sus posturas, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, en toda democracia hay situaciones que hablan mal de sus dinámicas democráticas. La UE ya le ha dado toques de atención a España sobre la politización de su Justicia. Si en Hungría hay autarquía, en España existe una forma de organizar la Justicia que atenta directamente contra la división de funciones de los poderes del Estado.

La telenovela de la renovación de los jueces es algo tan largo y tan amargo que ya no sabemos ni los capítulos que lleva ni en qué consiste el problema más allá de la idea central: que los jueces no se pertenecen, que la política desea penetrar en sus órganos para manejarlos en el presente y en el futuro. Eso es lo que ve, piensa y siente el ciudadano, si siempre se ha dicho que la justicia es para los ricos mucho más que para los que carecen de tantos medios, añadamos a eso la presión política en las más altas esferas. Se les mira a los jueces el carnet de identidad y lo que hay de ideología en el interior de sus mentes antes que su competencia para el ejercicio de su profesión. Sé que para ser juez habría que someterse a un psicoanálisis o algo similar, no porque dude de equilibrios mentales sino para conocerse uno mejor a sí mismo y dictar justicia con mayores garantías, pero, ¿tanto determina a un juez la cultura adquirida cuando está trabajando en hacer justicia? Si así fuera, tenemos dos problemas: la politización de la Justicia y algunos miembros de la Justicia misma, algo que prefiero suponer que no es regla genérica, aunque posea vivencias personales que me hacen sospechar lo contrario.

De todas formas, eso sería, en primer lugar, problema de los propios jueces que son quienes deben paliarlo o eliminarlo, las manos de la política están en todas partes, pero si somos una democracia deben apartarse del mundo judicial. Estoy seguro de que la mayoría de los profesionales de la justicia se encuentran muy incómodos con esta situación en la que dos partidos se reparten los sillones donde se sientan sus señorías y más cuando ese reparto levanta tanta polvareda. Ese sistema de reparto cree que la Justicia es un cachondeo porque la toman como una institución a la que hay que tener domada. Sin embargo, hay que pensar en que a nadie le gusta que metan sus narices en aquello de lo que entienden.

En el mundo periodístico la politización es total, con mínimas excepciones. La política se ha diseñado para entendernos, no para encresparnos. En manos de algunos, la política se vuelve sucia y contribuyen a que lleguen al poder fuerzas antidemocráticas a las que critican cuando son ellos los que estimulan sus ascensos, utilizando la política para destruir, no para construir. Ahora hablamos de justicia y, un poquito, de periodismo, pero la cultura, por ejemplo, lleva decenios lastrada por un tipo detestable de autarquía política colectiva, valga la expresión.