Desde la espadaña

La nueva arquitectura sevillana

¿Podemos crear una Sevilla moderna con esta nueva arquitectura famélica y estética fuera de nuestra historia?

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04 nov 2019 / 08:12 h - Actualizado: 04 nov 2019 / 08:15 h.
"Desde la espadaña"
  • La nueva arquitectura sevillana

Cuando se pasea por algunas calles tradicionales e históricas de la ciudad no cabe duda qué se explica el nostálgico latido de las construcciones tradicionales que hemos perdido a favor de unas construcciones, cuando menos, “anómalas”. En estos días se vuelve a autorizar la creación de un nuevo hotel en la ciudad (antiguo Cine Florida) y, por desgracia, volvemos a cerrar establecimientos históricos de la ciudad (juguetería Cuevas después de 65 años de historia) para convertirlos en un bar; el santo negocio de esta ciudad donde el éxito queda asegurado.

Los sevillanos siempre hemos tenido un elegante pensamiento con la Giralda pues para nosotros subirla es llegar al cielo con una Sevilla a nuestros pies. Pero si seguimos a este ritmo, dentro de poco llegará otro grupo inversor (a Isla Mágica acaba de llegar el enésimo antes de que vuelva a hundirse) y querrá colocar apartamentos turísticos en el Palacio Arzobispal o colocar publicidad lumínica en las propias paredes de la Giralda amenizado con un lindo y cariñoso mapping navideño.

Querría escribirle una carta al señor gerente del urbanismo sevillano y decirle que nos está poniendo las cosas cada vez más difíciles porque la nueva arquitectura sevillana está provocando que muchas cosas que en esta ciudad no caben, están ya viniendo a una velocidad de vértigo. Sevilla está convirtiendo sus calles en calles de un pecado donde lo inarmónico y lo desmesurado está cobrando vida ¡y qué vida! porque en Sevilla se conceden autorizaciones para edificaciones que en sí pueden estar bien pero que en la práctica son verdaderas desproporciones al entorno histórico que lo contempla y hace tiritar el urbanismo donde la Giralda es el epicentro.

Sevilla ya tuvo una explosión urbanística con motivo de la Exposición de 1929 y aunque la Plaza de Cuba actual era por aquellos tiempos terrenos donde se iba a cazar conejos y donde las familias sevillanas iban a echar el día en el campo, la ciudad contenía un patrimonio urbanístico de verdadera envidia. Muchos de los cambios urbanísticos actuales corresponden a esa época y no podemos desnaturalizar la belleza que patrimonialmente nos ha acompañado durante tantos años. La apuesta de esta ciudad es que dentro de poco se pregunte ¿Cómo era Sevilla entonces?

Como urbe, Sevilla tuvo una decadencia en el siglo XVII que se frenó en el siglo XVIII pero que volvió a resurgir en el siglo XX y aunque no se pretenda mostrar una ciudad rica y fabulosa en su arquitectura como dibujó Hoefnagel, sí contemplamos como poco a poco se implantan verdaderos adefesios junto a monumentos de la ciudad y aunque ya no podemos recrear maravillas como la Puerta de Triana, no es asumible la entrada de una arquitectura barata e ikeista que la única huella que dejarán es su presencia cuando se obtenga una foto del entorno aunque ¿alguna vez ha visto a alguien hacerse una foto delante de estas fachadas feísimas?

La verdad es que, si pensamos el cambio de arquitectura en esta ciudad, sentiremos un hondo penar en los que será fácil derramar alguna lágrima cuando se piensa en ellos y exclamar ¡qué bastinazo lo que han hecho con Sevilla! Cambiar el Palacio de los Sánchez Dalp o el Palacio de los Cavalieri (del que sólo queda la entrada flanqueada por dos grandes columnas de mármol) por un edificio de grandes almacenes de los cuales uno ya dejó de tener uso es para pensárselo dos veces. Los restos moribundos del Edificio de la Pirotecnia o la pérdida del café París en favor de un establecimiento de comida rápida es para elevar a premio Novel ese libro de don José María de Mena denominado “La Sevilla que se nos fue”.

Sevilla hasta hace pocos años era una preciosa novela de arquitectura urbana y patrimonio histórico riquísimo pero poco a poco se ha ido marchitando y donde a la protagonista la han asesinado a las primeras de cambio. La permisividad para encontrarnos un centro histórico rodeado de locales sin estética propia para esta ciudad con el fin de mirar a un turista de paso ligero, me ratifica que los responsables de nuestro urbanismo han entrado en un ridiculismo donde los pies han pensado más que la cabeza. La belleza arquitectónica de esta Sevilla (la actual y la perdida) no puede, desgraciadamente, trasladarse y alejarse de esos locales y edificios de fachadas con colores de mamarracho cum laude haciendo gala de ese famoso dicho sevillano “te mueves más que la pila del pato”.

Si nos pusiéramos a pensar del por qué esta ciudad no está a la altura de su patrimonio nos asaltaría la idea de si los sevillanos somos los mismos que los que habitaban en aquella época donde en esta ciudad se pintaban las Purísimas de Murillo o Cervantes jugaba con las calles sevillanas en su imaginación mientras pasaba largos días en la Cárcel Real de Sevilla.