La reclamación

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08 mar 2018 / 23:22 h - Actualizado: 08 mar 2018 / 23:26 h.

Desde luego, no ganamos para sobresaltos. Por si no teníamos ya suficiente entretenimiento con la «revolución» del Martes Santo, la prensa nos está sorprendiendo estos días con una noticia más que preocupante: la reclamación que ha hecho la Archidiócesis de Sevilla a la Hermandad de la Exaltación, que asciende a una auténtica millonada, pues se trata, nada menos, de más de cien millones de las antiguas pesetas, «idioma» en el que yo sigo pensando a pesar de los años. Esta cifra astronómica, además, puede ser susceptible de aumentar y sobrepasa, mucho no, todavía más, el poder adquisitivo de la gran mayoría de las hermandades. El asunto es arduo, sin duda, y mucho me temo que va a ser de difícil solución. Como muchos otros, desconozco los pormenores del pleito: no sé si la mermandad tomó parte en la decisión de restaurar sus capillas o si hubo algún compromiso previo para compartir el coste de esas obras. Por otro lado, que el hermano mayor de la corporación del Jueves Santo sea también directivo de la empresa constructora que ha demandado al Arzobispado por problemas en los pagos, convierte este asunto en algo que sobrecoge por lo truculento de la situación. Parece lógico, pues, que los hermanos de la Exaltación muestren nerviosismo y pidan explicaciones no solo por lo sucedido sino también por las posibles consecuencias que acarreará este contencioso. Es evidente que hay que pagar a la empresa constructora los trabajos realizados, sin embargo, ¿quién está obligado a satisfacer el precio de dichos trabajos?, ¿quién contrató la ejecución de las obras?, ¿es la hermandad responsable de dicho contrato?; y si lo es y no pudiera satisfacer la cuantía que se le exige, ¿qué trámites podría utilizar el Arzobispado para exigir a la hermandad su abono? Puesto que forman un mismo cuerpo jurídico las partes en litigio, la reclamante, la Archidiócesis de Sevilla, y la reclamada, la hermandad de la Exaltación, que como bien ha dicho reiteradamente el señor Arzobispo: «las hermandades son asociaciones públicas de fieles incardinadas dentro de la Archidiócesis y solo eso les da su sentido»; estaría fuera de lugar utilizar métodos de reclamación o exigencia ajenos al propio funcionamiento de la Iglesia. Tal y como está la situación, se plantean muchos interrogantes que hacen tremendamente complicado pronosticar un desenlace satisfactorio para estas dos partes de la Iglesia.