Ya es evidente la derrota del Estado frente a los no democráticos organismos internacionales, es evidente la victoria de los mercados sobre la democracia. Nuestros endebles dirigentes sucumben públicamente ante la derrota y se convierten en auténticos aliados de los vencedores. Vivimos una especie de Francia de Vichy en la que los gobiernos son los colaboracionistas y parte de la sociedad organizada la Résistance. Y con este panorama aún andan preguntándose los grandes partidos cómo es posible que haya surgido con fuerza una unión política decidida a terminar con un stablishment que hunde en la miseria, la precariedad y los recortes a esta patria llamada España.
Resulta curioso en la campaña comprobar cómo los medios hablan más de Venezuela que de Francia o del paro, cómo acusan de populismos a aquellos que se niegan a sucumbir ante las políticas de austeridad y ante la pérdida de democracia que nos imponen. La guerra sucia de la España de Vichy parece cocinarse en despachos de lujosas alfombras en un intento de que todo siga igual. Les va en la cartera.
Esta semana la OCDE, organismo de los mercados y al que el PP rinde pleitesía, ha señalado las consecuencias negativas de los recortes en las economías de Europa y la necesidad de no cumplir con las reglas del Pacto de Estabilidad. Ha venido a señalar, aunque bastante tarde, lo que los distintos grupos de la Résistance vienen denunciando durante años y por lo que fueron acusados de populistas. Ya sólo falta que nos digan que la OCDE se ha convertido en populista y antisistema.