Hay personas que nos ayudan aún sin pedírselo porque su generosidad es grande y necesitan compartir su tiempo y su cariño con otros. Por mucho que cueste creerlo hay personas buenas, ellas nos han ayudado a ti y a mí cuando más falta nos hacía, dándonos un poco de atención y calmándonos. A veces no hace falta nada más para ayudar, escuchar al otro, animarlo y hacerle sentir que no está solo. Para ir viviendo cada día necesitamos de estas personas, que aparecen cuando menos lo esperamos.
Me siento afortunada por haber conocido a bastantes personas así. Su sencillez, su escucha atenta, su saber demostrar afecto y respeto me ha hecho sentir rica. Consideramos la riqueza como algo que se cuenta con dinero, posesiones y acceso a gente influyente. Este concepto de riqueza externa no hace felices a la gran mayoría de los que la poseen. Es la otra riqueza, la de verdad, la que nos hace feliz. Es el poder encontrar en tu vida a esas personas que te animan, te dan cariño, te hacen sonreír y sentir bien. La riqueza interna se busca y se encuentra, porque la gran mayoría queremos acercarnos a los otros con toda nuestras fuerzas y sentirnos útiles para alguien, dar cariño y que nos lo den. Las sensaciones profundas de desarrollo en el cerebro siempre van asociadas a generosidad y altruismo, por algo será.
Recogemos lo que sembramos y si tú te has dedicado a hacerle la vida un poco más agradable a los que te rodean, seguro que cuando menos lo esperes y cuando más falta te haga, aparece alguien que lo hará por ti, te brindará una ayuda desinteresada o te dará calma con solo prestarle atención y escucharla. No se pierde el bien que hacemos a otros ni se pierde la capacidad para entregarnos, sino que vuelve de nuevo a nosotros de muchas maneras para que entendamos que lo bueno de la vida es saber nuestra utilidad y que, por pequeño que sea nuestro gesto, si es bueno volverá a nosotros y nos hará más ricos en todas nuestras formas de vida, interna y externa. Así que deberíamos reflexionar acerca de la valoración de la riqueza, porque puede que nos sintiéramos más fuertes comprobando la riqueza que hay en la entrega a los otros.