Desde la espadaña

Llega el jartible sevillano

Procure no rebatir al jartible porque puede llevarle a lamentarse si se enfrenta a verdaderas plumas cofrades con el traje de jartible.

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07 ene 2020 / 08:07 h - Actualizado: 07 ene 2020 / 08:08 h.
"Desde la espadaña"
  • Llega el jartible sevillano

Ahora que ya han pasado los pestiños y los roscones de Reyes, el sevillano enfila su próximo objetivo por el que nunca ha sido del todo comprendido en otras ciudades españolas y por el que Unamuno los definió como “fríos y finos”. El sevillano toma en estas semanas más inmediatas la definición propia de crisálida para llevar a cabo su propia metamorfosis y se convertirá en un ser con una indiscreción que no tiene límites y le marcará con todo lujo de detalles cada uno de los cuadros y marcos que dibujará el lienzo de la próxima primavera sevillana: la Semana Santa. Ya está a punto de nacer el jartible cofrade y sevillano. Es el mismo que acaba de guardar en una caja de zapatos a los pastores, mulas, San José y María, las luces, etc. y que mañana abrirá el cajón de la cómoda para controlar sus estampas de Cristos y Dolorosas de la ciudad y que subirá a una silla para abrir el altillo del armario y cotejar el esparto, el capirote y hasta los imperdibles necesarios (que se creían perdidos) que le harán falta dentro de pocas semanas.

Por la fecha que le estoy dando, mismamente usted, debe estar ya avisado que pronto, muy pronto, tendremos las primeras igualás y en los desayunos volveremos a hablar del secreto de la nueva saya, el resultado de una restauración y de ¡bendito país recaudador! del IVA (enésima puya a Andalucía) que se clavará a las sillas de la carrera oficial; ya saben, Hacienda somos todos.

E igual que Moratín cuando visitó la Catedral de Sevilla la definió como “Iglesia grande y gótica”, prepárese para ver las varas paseando en la nocturnidad sevillana de un lugar a otro porque seguramente en cualquier aposento donde usted se encuentre le llegará el jartible pregonando los nuevos varales de la Hermandad y la invitación, realmente una obligación, de acompañarlo una tarde noche a la limpieza de la plata.

Comienza el tiempo de la mayordomía y los sablazos a aquellos hermanos más pudientes porque este año es necesario arreglar ese guardabrisa que el pasado crujía demasiado o que la junta de gobierno ha decidido colocar un nuevo y mayor exorno floral. En cuanto acabe usted de tirar la caja del roscón de Reyes ya le está esperando su anuario en el buzón y que abrirá ansiadamente buscando su solicitud de papeleta de sitio. Sevilla es así, profesionales empalmadores de eventos y tradiciones.

Sevilla empieza, no lo olvide, a convertirse en un convento de clausura donde el incienso perfumará cada rincón de la ciudad y el azahar (lo que nos quede después de la propuesta del alcalde de la ciudad) comenzará a desperezarse. Y ese jartible aprovechará para quemar incienso en los zaguanes de casa o en el propio lugar de trabajo, aunque los más espabilados recurrirán al sacristán para que les deje unas cuantas cucharadas del incienso de su hermandad. No se agobie si, además, el jartible le recibe en su casa con marchas de palio mientras en la encimera de la cocina ya tiene plantada (como acabada de una larga chicotá) la primera barra de rebanadas para hacer torrijas; no se apure que ya vendrá una nueva metamorfosis después de la Cuaresma.

Le llegará también el tiempo del jartible invitándole a decenas de pregones donde hoy en día la elección que se hace del orador está más bien lejos de sus conocimientos en cofradías y cerca de otros matices. No se sofoque pues ya le advertí que la crisálida del jartible no tiene fin y algunas, puede que sus más allegados, son totalmente vocacionales. A lo mejor es que en Sevilla sobran pregones y falta más literatura sevillana que enseñe a ser cofrade.

El jartible sevillano cuando acaba su metamorfosis navideña se convierte ante nosotros con esa morfología fácil y a la vez seductora del que presume de tener todos los pregones de la Semana Santa sevillana, clasificados por años y del que sabe recitar fragmentos de todos.

Si usted no tiene el título de jartible ni es medianamente entendedor de la materia, no se le ocurra intervenir en una sobremesa afirmando que la Semana Santa sevillana es un “conjunto de eventos de múltiples enfoques y apariencias” porque al jartible le subirá la tensión ante ciertas manifestaciones y su análisis (por muy compadres que sean) excluirá cualquier generosidad comprensiva y dudosamente medirá sus palabras; por eso debe ser humilde aunque entiendo que la humildad se depura con los años.

En definitiva, relájese y no se preocupe que con los años adquirirá la experiencia de tratar a un jartible cofrade y sevillano.