Los pies y la sonrisa

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26 abr 2020 / 04:04 h - Actualizado: 26 abr 2020 / 04:04 h.
  • Los pies y la sonrisa

Conexión, creo que esa es la palabra que más echamos de menos estos días o para ser más específicos, pongámosle apellido: conexión real, porque aunque el sucedáneo de las videollamadas nos conforma (de momento) abriendo una ventana virtual al hogar de nuestros familiares y amigos, no es lo mismo que tenerlos delante. Cuando estás cara a cara, las cosas "te llegan" más, digamos que la transmisión comunicativa y emocional es mucho más efectiva, posiblemente porque, en persona, el código no verbal (gestos faciales, expresiones, silencios, tonos...) adquiere especial relevancia y, además, cuando estamos en directo, hacemos algo muy humano y muy común en nuestra cultura: tocar.

¡Somos tocones!

Unos más que otros pero, en general, sí, sí que lo somos. Cuando digo esto, me parece estar viendo a mi madre, Lola, que cada tres palabras que hablaba me tocaba el brazo, me cogía la mano y durante todo el diálogo, su sonrisa era constante, ¡vaya si me llegaba bien cada cosa que quería decirme! Ese "toque" es empatía, comprensión, confianza, cercanía, sensibilidad, camaradería... Estos días, evidentemente por imperativo sanitario, renunciamos temporalmente a esa parcela tan humana de nuestra forma de ser, hago hincapié en eso de "temporal" porque, en el fondo (y ya empieza a hacerse evidente en la superficie),echamos de menos esa conexión con apellido, la conexión real.

La relación más original

¡Existe! sí, y tienes la suerte de conocerla, pues la relación más original es la que tienes contigo mismo, tanto a nivel físico como mental y emocional. Desde que nacemos, la colaboración intercelular hace posible nuestra existencia y cada vez somos más concientes de la incidencia de nuestro estado de ánimo en nuestro cuerpo así como de la cierta relación que se da entre nuestros propios órganos, para muestra, un botón. Hace unos días me encontraba tumabada en el sofá con molestias en el estómago, Alonso se sentó a mi lado, empezó a masajearme los pies y, a los pocos minutos, empecé a sonreír... Se me había pasado la molestia estomacal y ya sólo podía pensar en "lo agustito" que me sentía... Ahí es cuando vino a visitarme el "galgo mental" (así es como llamo a las ideas/reflexiones) y le dije a mi chico: "¡voy a escribir un artículo sobre los pies y la sonrisa!" y, como ves, aquí ando dando cumplimiento a mi promesa.

Estoy lejos de ser una experta en medicina pero, a juzgar por los resultados de aquel masaje podal (mi bienestar de estómago), llego a la conclusión de que existe una original interconexión entre nuestros propios órganos.

La lección de la interconexión biológica

Si profundizamos un poco más, podemos extraer un apredinzaje de esta vivencia corporal. En no pocas ocasiones, nos encontramos con un problema (como la molestia de estómago), intentamos atajarlo directamente, es decir, actuando en el mismo nivel en el que se generó el inconveniente y si esa intervención directa no funciona, nos da por pensar que hemos fracasado cuando esa no es la realidad... Tal vez había otra forma más indirecta de atajar el conflicto... Ya lo sabes, la próxima vez que estés hecho un lío y no sepas qué hacer: ¡masaje de pies! (metafórico o literal, en cualquier caso, tú mismo te sorprenderás de los efectos de la conexión más original).