Sevilla tiene que pedir perdón constantemente por ser la capital de Andalucía y por haber celebrado la Expo del 92. El problema es que los gobernantes, muchos de ellos sevillanos, tienen un complejo enorme ante los malagueños.
En Cataluña está claro que Barcelona es la capital. Lo mismo ocurre en el País Vasco, Comunidad Valenciana... pero no pasa eso en Andalucía. En nuestra región tenemos la capital que aparece en los libros y los mapas, Sevilla, y la del poder fáctico, Málaga.
La Junta lleva reclamando todo este tiempo al Gobierno de la Nación la movilidad entre provincias. Ahora que Pedro Sánchez parece ser que va a acceder a devolverle esas competencias, muchos se veían ya el fin de semana del 12 al 14 en la playa, pero ahora la Junta dice que no, que mejor cuando Málaga y Granada, que están por detrás del resto de las ciudades de Andalucía, pasen a la fase 3.
¿Alguien piensa que si no fuese Málaga una de las rezagadas no habría movilidad entre provincias?
Este hecho ha creado polémica en el seno de la coalición de Partido Popular y Ciudadanos. Los naranjas piden que haya movilidad, mientras el PP quiere esperar.
Esta desigualdad entre Sevilla y Málaga no es algo nuevo. Ha pasado durante todos los gobiernos socialistas y ahora también con los populares al frente de San Telmo.
Andalucía es mucho más que Sevilla y Málaga. Hay otras ciudades que necesitan pasar para reactivar su economía. Al igual que el gobierno andaluz, con mucho tino, quería no ir al mismo ritmo que el resto de España por los buenos datos frente a la pandemia, el resto de ciudades de la comunidad quieren avanzar para empezar a recuperar los niveles anteriores a la crisis.
La rivalidad de la ciudad de la Costa del Sol y la capital hispalense es más cosa de los políticos que de los propios ciudadanos.
Los sevillanos tienen que seguir pidiendo perdón por ser la capital de Andalucía y el resto de la comunidad tendrá que esperar para poder viajar. Para el fin de semana del 12 al 14 da mal tiempo. Quien no se consuela es porque no quiere.