Maldad Deluxe cada tarde o cómo Anabel se hace rica gracias a usted

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07 feb 2023 / 17:07 h - Actualizado: 07 feb 2023 / 17:20 h.
"Opinión","Televisión"
  • Maldad Deluxe cada tarde o cómo Anabel se hace rica gracias a usted

Muchas veces me pregunto por qué alguien como Rafa Mora tiene trabajo en televisión, o cómo es posible que un tipo de la ralea de Kiko Hernández no ha sido despedido hace años del programa de televisión para el que trabaja, o qué pinta el tal Miguel Frigenti en un plató de televisión, o cómo es posible que un hombre como Kiko Matamoros que acumula un historial de aupa sigue facturando cada tarde. Me lo pregunto y no encuentro respuesta a ninguna de las preguntas que me hago. Nos hemos acostumbrado a la caspa y a la mediocridad y ya nos da lo mismo ocho que ochenta. Si un tipo grita a una mujer en directo no nos afecta, si se dicen disparates dolorosos no nos afectan, si toda desgracia personal se convierte en un circo asistimos al espectáculo. Es asombroso que Anabel Pantoja pueda vivir del cuento gracias a la ayuda que recibe en la Internet de parte de miles de personas.

¿Es la inteligencia de todos estos hombres y mujeres lo que nos subyuga a diario? No, eso es imposible. Si tenemos en cuenta que la suma del cociente intelectual de todos ellos alcanza a duras penas los dos dígitos, hay que pensar que la inteligencia no es lo más notable de esta caterva. ¿Será la astucia la característica de estos sujetos lo que nos atrae sin remedio hasta colocarnos frente a la pantalla del televisor? Pudiera parecer, pero no. No podemos confundir la astucia con el uso de malas artes, con la maldad reconcentrada, con el ánimo de destruir a otros por lo bajini. Eso no es astucia. ¿Funciona la maldad como un imán que nos arrastra irremediablemente al salón de casa para ver programas que generan vergüenza ajena? Pues yo creo que sí. Desde que la Santa Inquisición montó su primer Auto de Fe asando a seis personas con gran éxito (sirva de ejemplo puesto que esto viene de las cavernas, pero lo de la Santa Inquisición quedaba muy cuqui en la columna), el ser humano no ha parado de asistir a ejecuciones, lapidaciones y todo tipo de espectáculos en los que la violencia es la protagonista. Como es lógico, nos acercamos como espectadores aunque con precaución y recelo porque somos ajenos a estas cosas tan tremendas, pero nos acercamos cada día y hacemos ganar un dineral a todos estos que aportan entre cero y nada a nuestras vidas. Nunca se fue tan generoso con alguien que resta y no aporta un ápice.

Vivimos situaciones inexplicables que nos terminarán pasando factura. Ya veremos si tenemos fondos para pagar. Ya veremos.