Quizás falte pedagogía en esta España que igual pasa de Quijote a Sancho como de Rajoy a Sánchez. Parece que una parte importante de la derecha se ha tomado muy mal ese ejercicio democrático que es una moción de censura y lejos de querer entender las reglas del juego constitucional, al que tantas veces apelan en otras cuestiones, se lanzan a una peligrosa batería de deslegitimaciones hacia quiénes hicieron posible la nueva presidencia. Desprenden esos comentarios un cierto tufo de consideración patrimonial del poder a la que contribuyen dirigentes del PP y de Ciudadanos echando al fuego gasolina bajo el sofisma de que nos gobierna quien no ha ganado unas elecciones.
El sentido de Estado tantas veces referido y exigido en la derecha española, necesita en estos momentos grandes dosis de pedagogía política y menos enmarañamiento al objeto de crear un clima de convivencia pacífica en el país. Deslegitimar un gobierno constitucional es un grave error de quiénes lo hacen precisamente porque pone en peligro las reglas del sistema y desarma a la democracia del valor fundamental de la misma que es, precisamente, la legitimidad de sus representantes ante el pueblo.
La falta de autocrítica ante la situación en la que está el PP no puede ser sustituida por huidas hacia adelante culpando al otro de la situación y de la solución final. No es casualidad que después de tanto tiempo de perfil ante la corrupción y de tanta crispación creada en el Estado, sólo Ciudadanos se haya quedado al lado del PP. El “no es no” se ha impuesto y Sánchez ha sabido esperar. Es sólo política.