La vida del revés

Matar al maricón o cómo denigrarnos un poco más

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05 jul 2021 / 12:58 h - Actualizado: 05 jul 2021 / 13:09 h.
"Opinión","La vida del revés","Homofobia"
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Hoy es 5 de junio de 2021. Es decir, ya estamos en pleno siglo XXI. Hemos dejado atrás una historia atroz de guerras, injusticias, muerte, miseria... Y de progreso, de amor, de fraternidad... La mezcla de todo ello es lo que nos convierte en seres humanos tal y como lo entendemos hoy. Sin embargo, esa amalgama de cosas terribles y maravillosas está sirviendo de poco puesto que no somos capaces de aprender. Matamos, sabemos que no debemos hacerlo, pero lo seguimos haciendo. Generamos sufrimiento y seguimos haciéndolo. Seguimos empeñados en dejar el mundo hecho unos zorros.

Ha muerto asesinado un joven. Se llamaba Samuel. Unos sujetos le han golpeado hasta arrancarle la vid de cuajo. Y parece que existen indicios para poder considerar que este asesinato tiene que ver con la homofobia. Si alguien en España puede justificar algo así es que tenemos un enorme problema social de enorme magnitud. Si alguien quiere conseguir un solo voto justificando algo así es que es un enfermo. Si alguien quiere politizar un crimen de estas características debería acudir a un sicólogo. De un lado y de otro se lanzan a señalar. ¡Los de Vox manejan un discurso homófobo¡!Los de Podemos ya están echando las culpas sin saber si el crimen tiene que ver con la homofobia o no! Esos se lee y en redes y es una vergüenza.

Samuel ha sido asesinado. Eso es lo que cuenta. Y los asesinos deben ser juzgados de inmediato. Eso es lo que cuenta. Si Samuel ha sido golpeado hasta morir por ser gay lo que hay que hacer es trabajar para acabar con esta lacra que supone la persecución de miles de personas que no pueden disfrutar de su orientación sexual con libertad y tranquilidad. Eso es todo. Recuerden que en uno de cada tres países las relaciones homosexuales son ilegales y que n once países de mundo se castigan con la muerte. Pensar en este disparate causa inmensa desazón.

No me gusta que llamen maricas o bolleras (con tono despectivo e insultante) a personas normales y corrientes. No me gustan los chistes que ridiculizan a un hombre o una mujer por su condición sexual. No entiendo cómo es posible que se discrimine a un gay o a una lesbiana. Y no suelo permitir que eso ocurra a mi alrededor. Me he prometido que seré tan inflexible como sea posible con este asunto. Me lo debo y se lo debo.

Lean: ‘Si mi hijo es homosexual, preferiría no tener nietos’. Lean esto también: ‘¿Por qué los gais celebran tanto el Día de San Valentín si lo suyo no es amor, es solo vicio?’. Si en este momento no han sentido náuseas es que ustedes también tienen un problema. De tolerancia, de empatía, de amor por el prójimo... Esas frases las han dicho dos personas dedicadas a la política. Son una verdadera vergüenza y solo un ejemplo. Pero que nadie se equivoque pensando que los chistes sobre gais, los comentarios hirientes o señalar a otros como bichos raros no son tan dañinos como esas frases gruesas y toscas. Son lo mismo. Ni una broma con estas cosas que tanto hacen sufrir a miles y miles de personas

Me hace sentir enorme tristeza saber que la sociedad a la que pertenezco se construye sobre pilares que llaman a la violencia, la discriminación y la injusticia. Y me aterra pensar que tenemos normalizado que un tipo sea un borracho o que seamos incultos hasta el dolor y presumamos de ellos, pero que, al mismo tiempo, sigamos empeñados en perseguir gente buena, en hacer la vida imposible a hombres y mujeres que pueden aportar grandes cosas. Una pena.