Medio pan

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22 dic 2017 / 21:18 h - Actualizado: 22 dic 2017 / 21:31 h.

Es posible que no quede ninguna razón objetiva para seguir leyendo libros. Ante la brutalidad irreversible del mundo, alguien podrá afirmar que es una pérdida de tiempo y una crueldad pretender que la sensibilidad puede salir con vida de esta, porque eso parece imposible, y que basta con que a esa minoría rodeada por la gangrena le proporcionen cuidados paliativos, que la seden hasta morir y le ahorren sufrimientos y trances pestíferos. Una especie de ley de la muerte digna para quienes todavía valoran eso precisamente: la dignidad. Quizá esa idiotez voluntaria, esa desconexión, sea el mejor remedio y ya, si eso, que le vayan dando al planeta. Pero incluso en los momentos de zozobra, hastío y desconsuelo, conviene recordar una de las cosas más bonitas que dijo Federico García Lorca. Hablando a la multitud, en su tierra, con ocasión de la inauguración de una biblioteca, el poeta dijo: «No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan». El problema de la Navidad no es que regalemos, sino que regalemos gilipolleces y tiremos el dinero. Las muchas librerías de la ciudad están llenas de fragantes medios panes con los que alimentar lo que el estómago no atiende, con los que dar de saber al hambriento. No se puede ser pesimista mientras haya libros. Ni tiene la sensibilidad derecho a guardar cama. ~