La vida del revés

Navidad 2020: Del desastre a la esperanza

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24 dic 2020 / 08:02 h - Actualizado: 24 dic 2020 / 08:13 h.
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  • Fotografía: Getty Images
    Fotografía: Getty Images

Pues ya hemos llegado. Navidad del año 2020.

Atrás quedan esas imágenes de las ciudades desiertas, lánguidas, pidiendo desesperadas que las personas volvieran a transitar sus avenidas, sus parques y sus plazas. El silencio de las ciudades vacías solo se puede comparar con el que te aplasta en un colegio vacío. Los niños se tuvieron que meter en las casas para escuchar sin poder tocar, para hablar sin poder jugar. Todos en casa salvo algunos que tuvieron que enfrentarse a la pandemia sin rechistar. Trabajadores de los servicios funerarios que querían llegar a casa mientras los otros se subían por las paredes por no poder salir; las cajeras y los reponedores de los supermercados y grandes superficies que tuvieron que hacer de tripas corazón para que el mundo continuase girando; los sanitarios que siempre luchan de forma incansable por poner a salvo las vidas ajenas arriesgando la propia sin pensarlo dos veces; militares armados hasta los dientes sin saber a qué debían disparar y que terminaron convertidos en los ángeles de la guarda de los ancianos en las residencias y de todos en estaciones de tren, en vías públicas... No podré olvidar a ese soldado alto y robusto caminando junto a la anciana a la que ayudaba con la bolsa de la compra. Tampoco pudieron refugiarse en las casas los Guardia Civiles y los policías que velaron por la seguridad de todos durante muchas semanas. Sin descanso y sin mascarillas. Héroes no nos han faltado.

En 2020, se han vaciado las canchas de juego, las salas de fiesta, los cines y los teatros, los parques de atracciones, los circos. En 2020, la tristeza ha sido la gran protagonista. Pero aquí estamos, a punto de celebrar la Navidad. Muchos, muchísimos, se han quedado por el camino. Nuestros mayores se han llevado la peor parte. Y, por ello, estas navidades serán otra cosa. Da igual si podemos cenar 6 o 10 personas en la misma mesa. La pena es que habrá mesas con sillas vacías que nunca más se ocuparán. Y la alegría es que hemos podido continuar nuestro camino.

Los católicos celebran que nace Dios convertido en un bebé. Y no digo nació; he dicho nace. Y eso es motivo de alegría para millones de personas. Otros celebran estar en compañía de la familia. Otro motivo de alegría. Y todos, creo, podemos celebrar seguir por aquí. A duras penas y con un millón de problemas que resolver, pero por aquí. Inmensa alegría.

Tengan una Navidad maravillosa. Y cuídense. Por favor, se lo pido.