Circula por las redes una especie de test para identificar al neo-machista, una subespecie actual de machista encubierto. Como todas estas cosas, el cuestionario simplifica.
Pero ayuda a reflexionar sobre conductas que con apariencia de defensa de la igualad lo que hacen es quitar importancia a la dura y larga lucha de las mujeres por salir del lugar en el que la historia, escrita por los hombres, las ha confinado durante siglos.
Y tratando de pensar sobre este asunto resulta atrevido y, probablemente irritante presumir de entender la naturaleza del problema. Porque es algo a lo que las mujeres se enfrentan a diario, la incomprensión.
No hablamos solo de la violencia que los hombres ejercen sobre ellas, ya sean seguidas de lesiones, muertes y sevicias que minan su identidad y su autoestima.
Es que esta sub-especie de los neo-machistas se va a la cama en la creencia de que no lo son.
Cuando reivindican un día del hombre como el de la mujer; cuando desprecian el lenguaje inclusivo; cuando dicen que se exagera con las denuncias de violencia de genero y que los hombres también la sufren; cuando llama feminazi a las feministas que no se quedan en casa en la defensa de su causa, lo que están es encubriendo su falta de respeto hacia las mujeres.
Así, infravalorando su importancia, el sufrimiento real de millones de mujeres están perpetuando la situación que dicen no compartir. Las desprecian declarando su hastío ante sus reivindicaciones. Las ignoran cuando dicen que no distinguen entre hombres y mujeres sino entre personas.
Pero si dices que no eres ni feminista ni machista, estás mintiendo. Lo eres.