¿Niños o perros? El debate inexistente

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05 ene 2022 / 20:10 h - Actualizado: 05 ene 2022 / 20:18 h.
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  • ¿Niños o perros? El debate inexistente

«Hoy vemos una forma de egoísmo. Vemos que algunos no quieren tener hijos. A veces tienen uno, y ya, pero en cambio tienen perros y gatos que ocupan ese lugar». Esto es lo que ha dicho el Papa Francisco. Y no le falta algo de razón al afirmar algo así.

Tengo cuatro hijos y una mascota. Siempre he tenido mascota en casa (perros) y he querido a todos muchísimo. En casa nunca se les maltrató, se ha jugado con ellos, se les ha cuidado con mimo y los disgustos que han dado al morirse han sido dolorosos y tremendos. Soy de los que afirmo que forman parte de la familia. Pero las mascotas son mascotas y los niños son niños. Eso es algo que no se puede perder de vista. El que prefiere un animal a un niño tiene un serio problema.

Una mascota como la que tenemos en casa ahora (una perrita de tres meses y medio, preciosa, juguetona y cariñosa) llena de vida la casa, saluda como nadie más lo hace, ya demuestra una fidelidad a prueba de bomba y se le quiere a más no poder. Pero es la mascota y no se me ocurre ni una sola razón por la que pueda colocarse por encima de mis hijos o de cualquier ser humano. Eso no significa que se pueda despreciar a los animales; lo que eso quiere decir es que deberíamos tener la decencia de pelear por conseguir que los seres humanos disfruten de lo mejor de la vida.

Es evidente que la paternidad o la maternidad es una opción y que la decisión de ser padres es íntima personal y no puede juzgarse. Cada uno puede hacer lo que le dé la gana. El problema no es ese y, además, no es discutible. Lo que no puede ser es poner por delante de los niños a los animales.

Amo a mis hijos y adoro a los animales, pero no tengo la más mínima duda sobre lo que está en primera fila o en segundo plano. No podemos confundir una vida humana con la de un animal. Y lo dice alguien que, sencillamente, disfruta con sus mascotas y las cuida tan bien como es posible.

Tener hijos es un privilegio. Dan mucho trabajo, dan muchos disgustos y las preocupaciones son abrumadoras. Pero, a cambio, se reciben enormes alegrías, mucho amor y una inyección de vida cada mañana. Tener mascotas es una alegría y el precio de cuidar de ellas es insignificante comparado con el cariño, la lealtad y la alegría que devuelven. Pero cada cosa en su sitio.