Los medios y los días

Nosotros los culpables

Image
22 sep 2020 / 04:00 h - Actualizado: 22 sep 2020 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Nosotros los culpables

Es habitual y en cierto sentido lógico cargar las culpas de esta nueva oleada de la pandemia sobre las espaldas de los gobernantes de un país. Primero porque son los máximos responsables, para eso han querido meterse en los papeles de supremos gestores de la sociedad, bueno, no para la pandemia sino para juguetear unos contra otros hasta las siguientes elecciones porque aquí los problemas más hondos que tenemos encima y los que se aproximan nunca se tratan intensa y cotidianamente ni en los medios ni en los parlamentos, tal vez por falta de preparación de la clase política y por el miedo a perder votos que es de lo que viven muchos. El voto coarta la libertad de conciencia y de expresión y la obligación de consciencia de los políticos salvo excepciones que rápidamente los mismos partidos colocan en sus listas negras.

También se le hace cargar a los políticos con las culpas porque el cliente siempre lleva la razón, ¿cómo le vamos a decir a la gente que la culpable de la situación es ella si debemos venderle toda clase de objetos para poder sobrevivir nosotros, los mercaderes de lo que sea? “Todo se compra y se vende”, cantaba Patxi Andion en mis tiempos, el marketing lo mismo vende un objeto inanimado que un político, haya o no haya elecciones; luego, para disimular el hecho, el propio marketing se coloca etiquetas, como las de marketing comercial para los productos y marketing político para la venta de políticos a los públicos.

Por tanto, lo más acertado es que soporten los palos los políticos, a los que suelo llamar los “payasos de las bofeteadas”, copiando la expresión que mi poeta favorito, el gran León Felipe, le aplicaba a don Quijote y que perdonen ambos, León Felipe y don Alonso Quijano porque la altura intelectual de los políticos de hoy por lo general se aleja bastante de los dos nombres mentados.

No obstante, si nos damos cuenta de eso, es decir, de que los políticos que tenemos están de mírame y no me toques y que son como los sombreros de paja que no sirven ni para el viento ni para el agua, ¿por qué no hemos tomado nosotros, los ciudadanos, el relevo, portándonos extremadamente bien con la pandemia para que no rebrote de esta manera tan bestial? Estamos igual o peor que en primavera, lo que ocurre es que la agresividad del virus es menor y nuestras defensas han adquirido mayor poder o ha disminuido la agresividad precisamente por el poderío más alto de nuestros anticuerpos.

Comprendo, no es fácil la tarea, ¿verdad? Ni dan ejemplos algunos, pongamos por caso determinadas empresas de transportes urbanos en los que la gente se apiña y, a pesar de permitirlo, no sufren sanción administrativa alguna. En Sevilla, apunto algunos trayectos que han consumado los autobuses que conectan la ciudad con el área metropolitana del Aljarafe.

No es sencillo en una reunión familiar estar pendiente de forma continua de las normas y reprimir de forma crónica un abrazo y otro y otro, al final salen ganando las ganas de apapuchar a alguien, o aquello que de algo hay que morir. Y en un velatorio cómo no abrazar a un ser querido con la cantidad de recuerdos que la persona fallecida despierta en todos los presentes porque los muertos siguen hablando cuando ya no están con nosotros. No somos un ejército espartano ni una cultura fría a la que resulte fácil la sublimación emocional, al revés, a veces, si nos dejamos llevar por la frialdad nos sentimos culpables frente al otro, pensamos que va a creer que no lo queremos y preferimos arriesgarnos y vivir ese instante antes que tener que luchar contra nuestra conciencia. Sí, somos también culpables de lo que está pasando, pero valgan estos atenuantes sin que sirvan como excusa para seguir actuando igual porque una autocontención de hoy puede significar una vida para mañana.