Nuevos impulsos

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11 mar 2016 / 18:30 h - Actualizado: 11 mar 2016 / 18:30 h.

La evidencia de que no nos ponemos de acuerdo salta a la vista. No solo a la hora de llegar a pactos de gobernabilidad, o sobre cuáles son los problemas de nuestro país, cual es ese país y el sistema económico o productivo que le viene mejor o que necesita.

Recién anunciadas las nuevas medidas de estímulo del Banco Central Europeo, parece que las líneas argumentales a favor del impulso a la economía terminan por imponerse, una importante expansión monetaria nos inundará de euros a todos y así la vieja máquina no parará, con todas las temibles consecuencias que ello traería.

Esta forma de actuar la veo muy corriente en estos tiempos, atacar los síntomas antes que el fondo del problema, o tal vez el fondo del problema sea tan profundo y enraizado que su solución requiera de tiempos y esfuerzos, que hoy en la sociedad de lo inmediato nadie está dispuesto a acometer.

Espero que esos citados impulsos sigan empujando a nuestra economía ayudando a la vía del consumo interno, que parece uno de los pilares a día de hoy, época de la incertidumbre y lo interino, pero ciertamente, nuestro sistema sigue adoleciendo de las mismas debilidades de antaño y personalmente pocas soluciones veo que ni se planteen para atacar a esos males endémicos que le pueden afectar y que únicamente parecen interesar en sus aspectos más susceptibles de aprovechamiento electoral.

Pero esas debilidades están ahí y en su ausencia de soluciones se van enraizando cada vez más. Se enraízan, sobre todo, el problema de paro joven y de larga duración, la falta de productividad de nuestra economía, la ineficiencia de nuestro sistema empresarial tan fragmentado y basado en pequeñas empresas y autónomos, la infructuosa Ley Concursal, la problemática de los plazos y medios de pago entre empresas, con una ley de morosidad que se incumple por norma, la sobrecarga de un sector público sobredimensionado e ineficaz, la presión de un sistema financiero acostumbrado a jugar con ventaja y tantas otras cuestiones que hacen de la dinámica empresarial territorio de gente valerosa y extremadamente arrojada.

¿Cómo actuar? Pues diseccionando y acometiendo los problemas de forma individualizada y a fondo y, sobre todo, teniendo claro cuál es el futuro que se pretende para nuestra economía, para poder establecer un objetivo de forma global, pues al final para poder resolver los problemas debemos de saber hacia dónde vamos, o al menos hacia donde queremos ir. Para eso, también es importante que nos pongamos de acuerdo y que se deje de politiquear con el rumbo de la economía, para forjar un gran pacto de estado que marque las pautas de futuro. Algún día, los grandes estímulos también se acabarán y entonces se verá cual es nuestra salud real a nivel económico. Y ese día, quizá no esté tan lejos.