Ordinarieces

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27 ene 2017 / 23:25 h - Actualizado: 27 ene 2017 / 23:30 h.

Llámenme perspicaz si quieren, pero si encuentro que Donald Trump es muy capaz de desatar una guerra mundial no es porque sea un bravucón ni un matón ni un bárbaro ni un cavernícola, que lo es en grado sumo, sino porque es un ordinario. El drama de los tiempos presentes no es que se estén enfrentando sobre nuestros cadáveres una derecha atávica y raruna que quiere comerse empanados a todos cuantos no se arrodillen al paso del amo, y una izquierda idiota, resentida y rabiosa que se cree mejor que su enemigo porque no se afeita, sino su alarmante falta de alcurnia, de reflexión y de elegancia, o sea, de capacidad y de talento para sacarnos a todos de la fosa común ideológica, económica, cultural y social en la que nos han metido.

Donald Trump no es ningún monstruo; es solo el fruto de un tiempo, la verdad verdadera de esta época, lo normal que cabría esperar. El día que desate la Tercera Guerra Mundial lo hará con una gorra roja de béisbol y mascando chicle, lo estoy viendo. Que es cuando servidor cambia de cadena en la tele. Cuando Donald Trump firma un decreto, la posdata que pone es: ¡A tomar por culo! Ahora, la cretina a la que ha puesto de representante en la ONU se ha permitido amenazar a los amiguitos de EEUU con represalias severas si no apoyan cada una de las ocurrencias que tenga Trump en materia de política exterior. Porque el problema no es que exista Trump, sino que Trump son muchos. Trump son legión. Trump, en realidad, somos todos. Hace años que renunciamos a debatir, a pensar, a respetar la diferencia, a tener altura de miras. Todo cuanto nos queda esperar es un fin del mundo de serie B. Y a tomar por culo.