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Viéndolas venir

Pagamos tanta luz porque queremos

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Álvaro Romero @aromerobernal1
19 may 2022 / 17:48 h - Actualizado: 19 may 2022 / 17:50 h.
"Viéndolas venir","Precio de la luz"
  • Imagen de archivo sobre el precio de la electricidad. / EFE
    Imagen de archivo sobre el precio de la electricidad. / EFE

Vivimos sujetos a cada vez más esclavitudes. Y somos cada día más irresponsables porque estamos rodeados de cada vez más estímulos que esperan de nosotros una respuesta. Ya, inmediatamente. El banco. La tipa que te llama después de comer para venderte un seguro de vida, del coche o del hogar, o un purificador del agua. Las etiquetas de los alimentos que no leemos. Lo que ven los niños en el móvil. Su agenda escolar. La dieta. El gimnasio que no pisamos. El combustible más ecológico que rechazamos por egoísmo. El deporte que no hacemos. Las mascarillas que ya han dejado a nuestro criterio. El Espíritu Santo. En fin, qué más.

Si tuviéramos que estar pendientes de ese nuevo capricho de los que mandan de verdad que consiste en a qué hora sube o a qué hora baja el precio de la luz, no tendríamos tiempo de trabajar para ganar dinero y pagarla. De modo que, como no estamos pendientes, la culpa es nuestra. Faltaría más.

Ya lo sabíamos desde el principio. Nos pilla un comercial por aquí o por allá y nos echa la bronca. Cómo estamos pagando tanto habiendo tantas alternativas. Qué torpes y necios, por Dios. Luego sale por la tele el presidente de Iberdrola, por ejemplo, que tiene una cara de listo que se la pisa, y se ríe en la nuestra porque, a diferencia de lo que le pasa a él, a nosotros nos cuesta pagar la luz mensualmente. Que él cobre 13 millones de euros al año no tiene nada que ver. Seamos serios. Ese tipo se puede reír en nuestra cara por no irnos a su compañía, por torpes, por borricos, por lelos, o sea, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Hay que estar al loro, pendientes de todo, de los precios, de lo que sube, de lo que baja, de lo que baila, de lo que conviene por la mañana o por la madrugada, según. Si no, nos deberíamos quejar, porque entonces la culpa seguirá siendo nuestra. Qué nos creíamos.