¿Pero qué es seto?

Image
01 dic 2020 / 08:00 h - Actualizado: 01 dic 2020 / 08:09 h.
"Opinión"
  • ¿Pero qué es seto?

TAGS:

Un seto es una aberración racionalista aplicada sobre un pobre arbusto. Recortar la naturaleza en formas geométricas fue uno de los primeros signos exteriores de la Ilustración. Jardines con laberintos, hermosos espacios con arbolitos en perfecta forma cónica de pirulí o en esferas cual Chupa Chups gigantes: la aplicación del sueño racionalista geométrico a una naturaleza libre que si entendiera andaría como loca preguntándose «Humanos: ¿por qué no os metéis vuestros cuerpos en lata al nacer para terminar siendo bonitos frigoríficos con ojos?»

Otra aberración racionalista (¡que nos encanta!) es la de intentar meter todas las palabras existentes en un solo libro (creo que lo llaman Diccionario), como si eso fuera posible (año tras año el diccionario se ve superado por la realidad); que, además desembocó en la paranoia hiperracionalista (porque no puede definirse de otra manera) de meter Todo el Conocimiento en libros (creo que lo llaman Enciclopedia), como si eso fuera posible...

Similar a estas bellas aberraciones es la de la forma musical llamada «Fuga», también de esa época: un entramado de voces perfectamente articuladas en una estructura complejísima donde se dan entradas de melodías cuya primera mitad está en una tonalidad y la otra mitad en otra tonalidad y bajo su segunda mitad se encaja la misma melodía primera pero transportada que tiene que coincidir con la segunda mitad de la anterior y así en un batiburrillo de entradas y tonalidades hasta cuatro, cinco o seis, que sólo podría explicar Groucho Marx, pero que dan como resultado una gran máquina de notas musicales que nos fascina igual que nos hipnotiza una planta automatizada de ensamblajes de coches o el perfecto movimiento acompasado de las piernas de un ejército, pero que no tiene nada que ver con inventarse una melodía mientras paseamos por el bosque.

Hay algo en los seres humanos que nos empuja a amar lo perfecto, a soñar con un mundo donde todos hablemos el mismo idioma, no haya fronteras, nuestro comportamiento sea uniformemente correcto, la justicia sea perfecta (como el VAR) y que cuando el camarero diga «A ver, ¿cuántas cervecitas?» todos levanten la mano al unísono, y no este guirigay de «con alcohol, sin alcohol, Coca-Cola sin cafeína, cero, normal, un agua, un Bitter» (¿quién bebe Bitter?). Pero los sueños de la razón produjeron monstruos, y el sueño de la Ilustración se lo cargaron, por este orden: Napoleón y Auschwitz. Veremos a dónde nos lleva el sueño racionalista-informatizado de que los ordenadores van a poner «orden» en el mundo (y hasta con su propia enciclopedia, creo que la llaman Wikipedia), como si eso fuera posible...

Aceptar que un árbol es bello en su forma natural, que las palabras no caben en un libro, que una melodía inventada paseando es mejor que una máquina de contrapuntos martilleantes, implicaría renunciar al sueño de la perfección. Y quizás eso sea malo.

Nos enseñan en el colegio que los problemas de matemáticas tienen una solución y de ahí extrapolamos a los problemas de química, pero también a los sociales, a los políticos, a los amorosos... Como si todo tuviera una solución. Y quizás deberíamos de utilizar lo que nos queda de racionalidad, aplicada desde nuestra aceptación de una ilustración escarmentada (como la llama Javier Otaola) para asumir (y ya podemos ir contándoselo a nuestros hijos) que en la vida no todo tiene explicación, no todo es lógico, no todo tiene respuesta, no todo tiene sentido y no todo es justo. Aunque sigamos intentando conseguirlo.