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24 abr 2018 / 19:32 h - Actualizado: 24 abr 2018 / 20:18 h.
"Fin de pista"

Ya sabemos lo que dice la ordenanza. Pero también conocíamos el peso de una costumbre que, en los tiempos que vivimos, se reinventa en cinco minutos. Sevilla se las pinta para crear tradiciones inveteradas al instante. Cuando la Semana Santa se adentraba en abril, automáticamente, pasaba una única semana entre la Pascua de Resurrección y el encendido de los farolillos en aquel Lunes de Alumbrado que ya figura en el estante de los trastos viejos. No hacía falta consultar demasiado para conocer, de año en año, la fecha exacta de una fiesta que ahora queda sujeta a otros vaivenes. El delegado de Fiestas Mayores tiene razones que le asisten: la premura del tiempo entre una y otra celebración, reforzada por el adelanto del comienzo oficial de la Fiesta, es un argumento a tener en cuenta. Pero hay que hablar en plata: la decisión final que se tome servirá de modelo para los próximos años consagrando –sin excepción– esas dos semanas de separación y el atractivo imán del puente de mayo que llena las arcas y desnaturaliza una celebración que busca –un poco desnortada– nuevos moldes. ¿Tiene algún peligro? Sólo uno: separar definitivamente a la Feria del mes del que tomó el nombre. Pero la reflexión es más amplia y alcanza otros campos. Esa futura feria de mayo nos lleva a esa pretendida Semana Santa que sueña con llenar de nazarenos las naves de la catedral antes de que los ramos y las palmas saluden al que entró en Jerusalén para ser crucificado. ¿Mejor? ¿Peor? Ni idea. Son los nuevos tiempos