La vida del revés

Putin, Mercadona y los tipos de interés

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08 mar 2022 / 10:32 h - Actualizado: 08 mar 2022 / 11:27 h.
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Se está convirtiendo en un verdadero lujo lo de plantearse cenar un filete de pollo con patatas. La cantidad de aceite que se usa para freír algo así es, sencillamente, un tesoro. Es tal el valor que está adquiriendo el aceite de girasol que eso de pagar al médico del pueblo con un poco de aceite ha pasado a la historia y ahora es mucho mejor pagar en bitcoins.

Todavía no hay desabastecimiento, ni escasez, ni nada de eso. Pero los precios de algunos productos se disparan. Incluso los de los que estaban en los almacenes muertos de risa. La guerra de Putin ha entrado de lleno en los almacenes españoles. Por ejemplo, el aceite de girasol que venden en Mercadona presenta un precio disparatado respecto al de hace unos días. Es casi seguro que ese aceite esté fabricado y envasado mucho antes de estallar la guerra de Ucrania. Y eso es lo que pone de mal humor al consumidor. Ya sé que son la oferta y la demanda las que ordenan el cotarro, pero no deja de ser indignante. A ver si bajan los precios igual de rápido cuando llegue el momento. Lo mismo se puede decir del combustible porque sube en media hora y tarda en bajar un siglo y medio.

Tengo la sensación de que nos tratan como idiotas y tengo la sensación de que, en realidad, lo somos. Aquí nadie protesta, nadie mueve un dedo, nadie hace el mínimo esfuerzo para que las cosas cambien y para que el mundo sea un poco mejor. Nuestra postura cómoda, casi frívola ante la realidad, debería hacernos pensar un poco sobre lo que sucede a nuestro alrededor.

Estamos a punto de enfrentarnos a una escalada de precios descomunal, de las que hacen pupa de verdad. Y, por tanto, el IPC se disparará. Y los tipos de interés subirán con rapidez y con ello las hipotecas se encarecerán de forma insoportable y los alquileres se pondrán más imposibles de lo que ya están... Y así todo. Muchas gracias, señor Putin, su despotismo, su chulería, su locura y su carácter pendenciero, nos llevan directamente al borde del precipicio. Una pena el mundo que nos está quedando.