¿Quién tiene la varita mágica?

Image
Álvaro Romero @aromerobernal1
04 ene 2020 / 11:09 h - Actualizado: 04 ene 2020 / 11:13 h.
  • ¿Quién tiene la varita mágica?

La legislatura se presume difícil porque la democracia es difícil. Se dificulta cuando crecen las voces, los criterios, los intereses, las perspectivas. Se dificulta cuando aumenta el diálogo, el matiz, el contrargumento, la enmienda, la necesidad no solo de decir, sino también de escuchar. Pero todo eso es un reto de madurez democrática que ha de convivir con el respeto al ordenamiento constitucional de que el solar español es de todos, de que el suelo de nuestro territorio nacional es de todos los ciudadanos españoles, pisemos donde pisemos, y que cualquier alteración al respecto, en cualquier parte de este suelo, es cosa de todos. Así se simple. Otra cosa es que a determinados partidos les parezca mucho más fácil dictar algo más simple desde sus mayorías. Pero para eso tendrían que haber sacado mayoría. Y el pueblo, cuando crece o evoluciona, cuando madura, cuando decanta su diversidad, el pluralismo que tantas veces escasea entre sus representantes, es tan soberano como complicado.

El PSOE, que es el partido que tiene la posibilidad de conformar un gobierno, tiene una difícil papeleta, como sabemos todos. Pero frente a la estrambótica alternativa de volver a convocar unas terceras elecciones tiene la responsabilidad de intentar formar un gobierno. Va a ser, obligatoria y lógicamente, un gobierno Frankenstein, como le gusta bautizarlo a ese sector político al que le da tanto repelús la heterodoxia del pluralismo. Por cierto, que dudo mucho de que ese sector tan reacio a los necesarios pactos recuerde que Frankenstein, en la célebre novela de Mary Shelley no era el monstruo, sino su creador, Víctor Frankenstein. El monstruo se llamaba Adán, cuyo nombre connota tanto la imperiosa tarea de volver a empezar, o esa sensación compartida de que la Transición nunca terminó del todo... El caso es que el inevitable gobierno plural que surja del Congreso, si lo dejan, tiene por delante la dura tarea de hilar bien fino para que los próximos presupuestos salgan adelante y el país funcione. Hay quienes piensan que el país está funcionando durante estos meses mejor sin gobierno, pero entre ellos abunda un sector ignorante de la propia inercia de la administración y otro sector deseoso de que nada cambie, es decir, de que no surja ningún gobierno para cambiar nada.

En las altas esferas del PSOE, donde no solo está Pedro Sánchez, cuya vacía euforia de mandar a toda costa creo que está fuera de toda duda, han insistido en que una consulta no es un referéndum de autodeterminación. Evidentemente. Es de Perogrullo, pero también es cierto que no hubiera estado de más señalarlo, literalmente. Quiero suponer que son las cosas de la diplomacia, del talento equilibrista en la sutil diplomacia de dialogar con quien tiene intenciones radicalmente opuestas a ti, a nosotros.

El caso es que también es de Perogrullo saber que el PSOE no es solamente Sánchez, que la Constitución impediría cualquier experimento explosivo y que en situaciones como la actual la responsabilidad institucional de quienes conforman el Parlamento no es la de formar esa bronca estéril de cuanto peor, mejor, sino la de no impedir un gobierno que, aunque no sea el deseado, puede ser el legítimo aquí y ahora. Mañana ya veremos.