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Ramón Tamames y los siete enanitos

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05 feb 2023 / 05:39 h - Actualizado: 05 feb 2023 / 05:39 h.
  • Ramón Tamames y los siete enanitos

En estos días, ha surgido la noticia de que Santiago Abascal, ha elegido como nuestro Presidente a Ramón Tamames, que formara parte de aquellos siete legendarios enanitos de Pasionaria. Aquí, a diferencia del tamaño, la edad no importa.

Hubo un día que los republicanos españoles pensaron en un posible líder para la causa; y fue así, como decidieron visitar Marrakesh donde exiliaba (eludo el transitivo) Juan Goytisolo.

Goytisolo descendía de una estirpe que fue escalando -generación tras generación- hacia la cima de la burguesía catalana. Como todas las existencias humanas, su vida se quebró cuando su destino convergió con una bomba de la Aviación Legionaria cayendo en Barcelona sobre su madre. Creo que él nunca perdonó ese “abandono”. Un sentimiento que solo la orfandad protesta.

El escritor mantenía un porte solemne bajo unos insondables ojos azules, que Machado diría velados por melancolía; y todo bajo el contraste de un paisaje de agua y especias que precede al desierto acechante de la ciudad marroquí. Recuerdo vagamente música de Chaplin en blanco y negro.

No hay devastación mayor que la necesidad de amor, el no sentirse querido, algo que solo suplen la rabia y el rencor. El hombre detrás del escritor pareciera colérico y distante, pero era tan real y tierno que incluso afloraba una foto raída, prueba indeleble de que un día fue futbolista, en el sueño estéril y quimérico de asomar a un álbum coleccionable que abre en tu busca un niño.

Juan fue “un escritor sin mandato”. Una expresión que parte del sentimiento de derrota de Gunter Grass tras la caída del Muro de Berlín. También allí hubo vencidos.

En él, había un ponzoñoso resentimiento que alternaba con una belleza insurrecta, una desestabilizadora invención y una crítica mordaz a lo decrépito. Ya León Felipe dijo aquello de “yo no sé muchas cosas, es verdad/pero me han dormido con todos los cuentos”.

Al borde de las elecciones municipales, Vox elige como candidato a Ramón Tamames, del que su otrora jefe Santiago Carrillo, dijo premonitoriamente “no tiene mucho tiempo para pensar las cosas”. Quizás Abascal hubiera preferido a Vargas Llosa, pero la fruición erótica de su pichula, le han usurpado la corona de ese príncipe que fue, hasta el letal lazo filipino de la Preysler. Este debió pensar cariacontecido “total, solo se trataba de encontrar un nombre, no acostarse con él”.

Tamames –avalado por Sánchez Dragó- parece ignorar lo inerte de esta sociedad. Sojuzgados por la la ley marcial del confinamiento, en España solo ha reinado el “después nos quejamos”, mientras bajabas tibiamente la mascarilla en busca de otro aire que no fuera tu propio hedor.

Goytisolo rehusó, como lo hizo Trevijano. Tal vez fuera el espanto profundo de tener como espejo único esa niebla en que se cruzan los muertos y que ahora es el precio que pago por mis alimentos. Aún perviven en nuestros corazones, ya con varios by pass.

Para este viaje, del que no quiero hurtarles el final, (ya anunciado por el spoiler del resucitado Carrillo), me dicen que el líder de Vox intentó fichar a Lola Flores. Quizás la descartara por su acento, ese tesoro; él que solo conoce el de Sotogrande y desprecia el de La Algaida. Para eso, debió pensar, nos quedamos con María Jesús Montero, la única musa que resiste, salvo al maquillaje.

En fin. Acabo con un ruego. D. Ramón, un poco de respeto. No ya por nosotros, sino por Vd. mismo.