Renfe y Ouigo: desprecio a Andalucía

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22 oct 2022 / 15:42 h - Actualizado: 22 oct 2022 / 15:46 h.
"Unión Europea","Renfe","AVE","Adif"
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No se puede vivir eternamente de ser los primeros en algo si luego no continúa al menos un tratamiento idéntico a las demás comunidades que disfrutan el mismo bien. No puede servir de excusa, por ejemplo, que Andalucía fuera la primera en disfrutar del AVE y que ahora en disonancia, sea la peor tratada con un servicio completamente negativo en la línea a Granada y sin servicio alguno en la Sevilla-Granada y Málaga, fundamental para el recorrido transversal, condenado a no existir desde que la Junta de Andalucía, que de tanto presume, en vez de retomar el proyecto original, regaló a ADIF los diez kilómetros de infraestructura entre Pedrera y Osuna. Un desatino, un contrasentido de los que sólo se dan en los territorios, como Andalucía, sometidos al más puro y doloroso abandono pleno. Pero como el recorrido es Sevilla-Granada y Sevilla-Málaga, “mejor es” ni mencionarlo porque la unión de las capitales andaluzas no entra en el estrecho margen de la mentalidad centralista de Junta de Andalucía y Gobierno español.

Años lleva la línea Madrid-Barcelona con algunos servicios económicos de RENFE que a Sevilla y Málaga no han llegado ni se piensa. Ahora llega el OUIGO, el alta velocidad de bajo precio de los ferrocarriles franceses limitado a ese espacio geográfico, el más cercano al domicilio de la empresa francesa y, cuando se extiende a una segunda línea se queda en Valencia, siempre buscando lo más cercano a Francia, porque para los franceses, muy realistas por cierto, es España lo que linda con Francia. Lo demás tierra conquistada. Lo han captado desde la lejanía y Andalucía le interesa tanto como a las autoridades españolas, es decir, absolutamente nada. Andalucía es espacio libre para producir aquello que no produzca la agricultura gala. Es reserva de mano de obra para su vendimia y desavíos; esa es la línea. Ouigo ha venido a dar lecciones de rentabilidad a RENFE, pero ha aprendido de las autoridades españolas que la tienen relegada a un cuarto o quinto puesto. Unas autoridades que ni siquiera la consideran digna de contar con una SE-40 completa, tampoco la van a considerar merecedora a una línea de AVE o V.A.

Una Comunidad limitada a producir energía para el consumo de Europa, pero no se le permite aprovechar su sol para sí misma es resultado de la dependencia a los intereses centrales y centralistas del Estado español. Y eso es algo bien captado desde todos los ángulos y todas las distancias, excepto los ángulos y distancias existentes dentro de las reducidas dimensiones del mapa andaluz. Si RENFE lleva un siglo y medio ignorando a Andalucía ¿para qué va a venir una empresa francesa a romper esa dinámica colonialista? Los clientes andaluces que quieran viajar a España o a Europa, que se aguanten y se gasten el dinero que tan bien le viene a una como a otra empresa. Si no hay competencia será porque Andalucía “no es competitiva”, o “no es digna de competir”, que mantener una Comunidad en la pobreza permanente es la mejor forma de mantener un negocio y su rentabilidad.

Por desgracia no son “elucubraciones propias de un columnista”, porque el columnista se limita a comentar lo que cualquiera puede ver. Andalucía está abandonada prácticamente desde la conquista (siglo XIII en el valle del Guadalquivir, siglo XV en la Penibética), acentuado desde principios del siglo XIX. Ya lo decía una revista del Ministerio de comercio en julio de 1975: “Andalucía ha venido siendo algo así como una colonia situada al sur”. Corregido el “algo así”, porque está de más, se trata de una situación provocada por los gobiernos de España y Europa, como ente superior, ha heredado la política centralista y discriminatoria de España. Y Francia es una de las fundadoras de las “comunidades” ahora llamada Unión Europea.

¿Nos dará pronto Ouigo el placer de desmentirnos, con hechos, sin palabras? Porque Francia, a pesar de su acendrado centralismo, siempre había dado impresión de ser más justa y en especial más racional. Si es así deberían demostrarlo. Ya.