Luca Onestini y Cristina Porta son la pareja de moda en la televisión. Son una pareja muy lustrosa y, al mismo tiempo, es una pareja constantemente cuestionada por buena parte del público y del resto de participantes de «Secret Story: La Casa de los Secretos».
¿Se puede uno enamorar delante de las cámaras sin pudor alguno? ¿Tiene algo que ver la estrategia para ganar el premio con el amor que dicen sentir uno y otra? ¿Se puede fingir un beso apasionado o una mirada a lo más profundo del otro?
Creo yo que un amor no se puede disfrazar ni un amor falso puede pasar por auténtico. Los gestos, las caricias, los besos y cada palabra, delatan la verdad y engañar de forma constante a tantas personas sería imposible. Estos dos, Luca y cristina, se besan de verdad, se miran de verdad, se dicen de verdad y se enfadan de verdad. Incluso se dudan de verdad.
No hay que olvidar que, en este caso, los que acusan de amar de forma mentirosa quieren ganar (también) o quieren que gane su favorito; y si alguien se empeña en ver una trampa donde no la hay defenderá esa visión hasta las últimas consecuencias. Tampoco hay que olvidar que este es un formato que nubla conciencias y consciencias; son muchas semanas encerrado con otras personas, son muchas semanas sin recibir el cariño habitual, son muchos días sin tener cerca a esa persona tan cómplice a la que le puedes contar cualquier cosa... Son muchas semanas para inventarse amados, para construir relaciones eternas y para buscar abrazos prohibidos y necesarios.
Prefiero pensar que Luca y Cristina se quieren. Si luego les va mal, que les quiten lo bailado. Prefiero pensar que el ser humano es básico y que lo único que necesita es ser querido y poder amar.
Que continúe el espectáculo.