Viéndolas venir

Si la sociedad fuera la escuela...

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Álvaro Romero @aromerobernal1
10 nov 2020 / 07:25 h - Actualizado: 10 nov 2020 / 07:26 h.
"Laboral","Ocio","Viéndolas venir","Conciliación","Verano"
  • Aula de un colegio. / E.P.
    Aula de un colegio. / E.P.

Cuando nos confinaron de la noche a la mañana, hace casi un año, a los docentes los mandaron a casa con lo puesto. Y allí se aviaron con el ordenador personal que tenían, o con el que tenían para sus niños, o cada cual con lo que pudo, con su tiempo interminable, su luz, su sombra y su imaginación para seguir educando a pesar de que la administración estaba en otras cosas. Luego, después de que tantas administraciones no hicieran sus deberes durante el verano, volvieron a las clases con lo puesto otra vez, es decir, la mascarilla y una valentía de hierro para seguir enseñando a pesar de los pesares. Y ahora que se cierra a medias el país otra vez, lo único que no se cierra seguro -no tanto por lo que importa la educación, sino la conciliación laboral de los padres- son los colegios e institutos. Llevamos dos meses de curso y ahí siguen al pie del cañón, pero no solo, sino demostrando tras la responsabilidad de toda la comunidad educativa de este país que el lugar más seguro contra el COVID son los centros educativos. No es una opinión, sino un hecho contrastable. No hay más que hacer un fácil rastreo del origen de cada positivo que aparece en las clases. Prácticamente todos proceden del entorno familiar, de amistades o de ocio.

Es decir, que si toda la sociedad se hubiera disciplinado contra el virus como se hecho en los coles e institutos, asumiendo su combate como un reto cotidiano y paralelo a su tarea, lavándose las manos cada 50 minutos, con chicos que no se quitan la mascarilla durante cinco o seis horas ni por casualidad, otro gallo cantaría. Quiero decir, que no hubiéramos llegado a esta situación. De modo que cuando alguien vaya a poner en cuestión la labor docente a partir de ahora, que se acuerde de todo esto, por favor.

Y hay más: esa misma severa disciplina contra el bicho, en un ambiente educativo donde se trabaja lo que se estudia pero donde se ha automatizado la higiene, la distancia y el comportamiento, se da en muchos otros ámbitos que ahora también se ponen en solfa sin razón. Porque no hay nadie tan interesado en luchar contra la pandemia, tan disciplinado en cumplir las normas propias e incluso ajenas, como quien depende de que desaparezca para seguir comiendo.

Seamos serios, adultos, responsables; no metamos todo en el mismo cajón, no aprovechemos el río revuelto para cargar contra todo el mundo. Todos somos mayorcitos para discernir quiénes lo están haciendo bien y quiénes contribuyen diariamente a que vayamos a peor. Aprendamos de los pocos referentes que nos quedan para sumarnos al platillo de su balanza, porque la vacuna va a tardar lo suyo. Y claro que hay que vivir, pero no tirando la piedra y escondiendo la mano, sino tendiendo la mano y escondiendo la piedra. Nos va en ello el futuro, que no es solo nuestro.