Los medios y los días

Sociedad hipocondríaca

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23 sep 2019 / 07:14 h - Actualizado: 23 sep 2019 / 08:22 h.
"Los medios y los días"
  • Sociedad hipocondríaca

No coma usted carne roja que le puede salir cáncer de colon. Bien, me paso a la de pavo y pollo. No, porque le puede provocar cáncer de próstata. Entonces un huevo frito. No, porque le sube el colesterol. Entonces me hago vegano. Pero tenga cuidado porque la falta de carne lo predispone más a sufrir un ictus. Pues comeré fruta solamente. Pero lávela muy bien y aun así puede que no se libre de agarrar alguna afección por fertilizantes. Y tenga cuidado que la fruta tiene mucha azúcar. No, ¿quién ha dicho que es dañina el azúcar de la fruta?, objeta un nutricionista. ¿Entonces en qué quedamos con la fruta?

En verano, como en esta parte del planeta se produce un fenómeno extraño consistente en que hace calor, hoy alerta amarilla; mañana, alerta roja. Bueno, pues para la alerta amarilla, el búcaro amarillo y para la roja, el búcaro rojo, ambos me esperan asentados en un plato hondo con agua, fresquitos. No es suficiente, camine por la sombra y lleve sombrero. Oiga, ¿usted se cree que soy idiota? Sí, claro, usted es idiota, por eso se lo estamos advirtiendo.

Llega el otoño, ¡qué viene la gota fría! En Sevilla pasamos de la alerta mediana a la alerta seria. Los medios audiovisuales cuentan la meteorología como si fuera La guerra de los mundos que Orson Welles largó por la radio, en los informativos se oyen las granizadas, los truenos, las torrenteras de agua que se supone que son los ríos que se desbordan, todo por la radio. ¡Dios mío! ¡Un cura! Esto es el fin del mundo, quiero confesarme por si existe Dios y viene ahora con el Juicio Final. Pero, ¿cuánto iba a durar ese juicio? Somos ahora unos 8.000 millones de habitantes más todos los que hemos existido, ¿desde cuándo?, ¿desde el homo erectus, desde el homo sapiens, desde el homo bit? ¿Les afectará también el juicio a los denisovanos? Porque no creo que Dios sea como esa jueza que archiva casos sin aclararlos siquiera.

No se ponga usted al lado de un fumador, está en peligro. No utilice el móvil cuando conduzca y aún no le decimos más para que no se enfaden los fabricantes de coches y usted tampoco porque esa pantallita que lleva usted a su derecha y que tanto le gusta, también lo puede matar, una décima de segundo con ella y al carajo.

Bueno, pondré la tele a ver si hay algo de entretenimiento: comienza el juicio contra el toro que hirió a Mazantini cuando tomó la alternativa en Sevilla, contra el que mató a Manolete, contra el individuo que le endosó más de mil puñaladas en el mismo ojo a un sin techo y estuvo a punto de perderlo (el ojo), como dirían Tip y Coll. La Púnica, la Gürtel, los EREs, el aceite de colza, el de palma que también produce cáncer, las tesis y los libros que copian sus señorías, el mil millonésimo albañil que se cae y se mata mientras laboraba, el niño al que sus compañeros le dan una paliza en el patio del colegio, la mujer que dice que uno la acosa y otros casi la secuestran y la violan, otra más asesinada, el médico a palos, el profesor agredido, los negros moros que se saltan las vallas de Ceuta y Melilla y hieren a nuestros guardias civiles pero no puedo decir nada porque me llaman xenófobo y racista, los púberes que andan por ahí a las tantas de la madrugada y se matan entre ellos, se emborrachan o se les cae encima un escenario, ¿pero qué hacen esos críos por ahí a esas horas?, ¿eso es el amor paterno o el amor propio y la cobardía? Hombre, volver a la dictadura tampoco, pero vivir en la eterna entropía... Y tampoco puedo decir nada de este asunto porque entonces soy un antiguo con pitopausia.

Yo es que me subo por las paredes, a ver, dónde está ese rifle que me regaló Charlton Heston cuando vino a visitarme desde Kansas City, lugar hermano de Sevilla. Ya lo tengo. Y las balas también. Me voy a una gran superficie y me cargo a los que agarre por delante, no quieren noticias escabrosas que llaman a los públicos y a la publicidad, no quieren que todos seamos unos cobardes y unos aprensivos hipocondríacos, pues voy a aportar mi montaña de sangre. Luego el juicio al cabo de dos años, luego tele y más tele, ¡oh, la la!, ¡seré el rey del pollo en escabeche y pasaré a la historia!