Pasa la vida

Tantos ataúdes no son inevitables

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
26 sep 2020 / 09:03 h - Actualizado: 26 sep 2020 / 09:05 h.
"Pasa la vida"
  • Tantos ataúdes no son inevitables

España tropieza dos veces consigo misma. Vuelve a sufrir la muerte por coronavirus de más de 100 personas al día. En la notificación del Ministerio de Sanidad con datos del 24 de septiembre se computan 114 fallecimientos en 24 horas. En la última semana de julio eran solo dos. En 55 días se ha multiplicado por 55. El sistema sanitario de atención primaria vuelve a estar desbordado, con todo lo que ello perjudica también la salud de quienes sufren cualquier otra patología. Y el porcentaje de puestos para cuidados intensivos en los hospitales que están ocupados por enfermos de coronavirus alcanza ya niveles del 40% en algunas ciudades y autonomías. El pronóstico es previsible y gravísimo, porque todos tenemos dolorosa memoria histórica sobre lo sucedido de febrero a abril, cuando tanto se tardó en doblar la siniestra curva de contagios y defunciones.

El país es un estado de ánimo descorazonado donde la mayoría de la población cumple con sus obligaciones pero se siente desorientada por dos focos de infección en su retaguardia: Por un lado, la pésima gobernanza de su mediocre y cainita clase política, carente de autoridad moral para liderar el 'todos a una' porque está adiestrado en el 'cuanto peor, mejor', se le nota a la legua su falta de cualificación y su exceso de mentiras. Y por otro lado, el insensato cachondeo de jóvenes y adultos que favorecen la extensión de la pandemia con quedadas y brindis sin ton ni son. Encabezados por botellonas y fiestorros que certifican el fracaso en la educación en valores que pulula por todas las clases sociales.

Lo dije en marzo y lo titulé, en vísperas de que el Consejo de Ministros admitiera la emergencia y declarara el estado de alarma: España se estaba jugando evitar o sufrir diez años de ruina y de lo que más se informaba era de si habría o no procesiones y ferias. Seis meses después, con el peor balance de mortalidad y de aumento de la pobreza en toda Europa, la 'unidad de acción' consiste en convertir la calamitosa gestión de la crisis desde Madrid y Barcelona en los polos corrosivos que contaminen con política tóxica toda la nación. En el puente de mando de la Comisión Europea se llevan las manos a la cabeza cuando ven que el plan de choque contra el coronavirus y contra la recesión consiste en generalizar los encontronazos entre las principales instituciones del Estado y entre las diversas Administraciones Públicas.

La sociedad española tiene que reaccionar en positivo, no dejarse enredar por las ruines estrategias de salvapatrias y subversivos, y no conformarse con salir adelante echándose a la espalda una descomunal e injustificada dosis extra de dolor, deuda y drama. Se supone que nos importan mucho la salud, la prosperidad y la democracia. Y no es inevitable ocupar el último puesto en el grado de acierto para afrontar la 'crisis covid'. Ejerzamos nuestra soberanía para exigir cívicamente que se activen de inmediato dos recursos esenciales largamente desaprovechados:

1- Los gobiernos central y autonómicos tienen que aceptar ya el ofrecimiento que desde hace meses han hecho las organizaciones de farmacéuticos para que las 22.000 farmacias sean la extensión de los centros de atención primaria en el cribado, prevención y detección precoz del coronavirus. Quieren asumir funciones de rastreo y de realización de test rápidos, contribuyendo además a aliviar el colapso de los ambulatorios. ¿A qué esperar para un refuerzo tan obvio y tan necesario?

2- Los gobiernos central y autonómico tienen que aceptar ya la involucración de algunos de los mejores expertos españoles en salud pública, gestión sanitaria, epidemiología y virología para analizar qué está fallando en las estrategias y en su implementación. España se pone a la altura del betún, como una Bielorrusia del negacionismo, dando la espalda a sus talentos en ciencia médica y en políticas de salud, que, en cambio, son elegidos para trabajar en organizaciones y universidades internacionales. Tras meses de toparse con el desdén oficial, han tenido que recurrir a una revista científica anglosajona para exhortar a las autoridades de su país que les dejen implicarse en aportar diagnósticos y soluciones.

¿Es de recibo reeditar tan decimonónica gobernanza? ¿Queremos ser un país donde atendamos las emergencias con directores de campañas electorales en lugar de con ambulancias y bomberos?