La Tostá

Teresa Rodríguez y El Kichi

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
22 dic 2022 / 07:40 h - Actualizado: 22 dic 2022 / 07:44 h.
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  • Foto: EFE
    Foto: EFE

La política en España huele a perros muertos, pero a veces hay ligeras brisas que huelen a otra cosa. De Cádiz nos llega una brisa de coherencia, un perfume escaso, el de la roteña Teresa Rodríguez, que renuncia a su escaño en el Parlamento de Andalucía y regresa al ejercicio de su profesión, la de docente. También su esposo, el alcalde de Cádiz, José María González Kichi, se va a casa y no volverá a ser candidato a la alcaldía de esa ciudad. No vivo en la Tacita de Plata y ni se me ocurriría juzgar su gestión. Sé por amigos gaditanos, que no dejará un buen recuerdo, pero eso es lo de menos. Lo importante es que tanto él como su compañera, Teresa Rodríguez, regresarán a sus ocupaciones anteriores y les alabo el gusto porque aunque podrían seguir perfectamente en la mamela, prefieren criar a sus hijos trabajando honradamente y no sangrando al pueblo. Es una pena, porque la política es imprescindible –tan necesaria como odiosa– y no abundan políticos honrados y coherentes. No dudo de que todo el que se mete en política lo haga con buena intención, la de trabajar por los ciudadanos y el desarrollo del país, pero está demostrado que mucho tiempo en un cargo acaba cambiando al servidor público, convirtiéndolo a veces en un chorizo adicto a los atractivos privilegios del poder.

Los grandes partidos españoles están preñados de vividores de la política, en algunos casos, de verdaderos parásitos pintiparados en la piel del pueblo, chupándole la sangre. Si tuviéramos de verdad una verdadera democracia, los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, estarían ilegalizados desde hace años, porque no se puede robar tanto. Siendo grave asaltar al pueblo, a los ciudadanos, es aún peor ensuciar las instituciones, como está pasando en España y estamos viendo claramente estos días. Se les nota demasiado a los líderes de todas las formaciones políticas, que solo les importan sus intereses. No renuncian a sus privilegios ni en tiempos de crisis o pandemias. Se suben el sueldo con una tasa de paro impresentable y una pobreza extrema, de millones de personas, de lo que ni siquiera se avergüenzan. Se les nota demasiado que van a lo suyo, que les importa un bledo si podemos ir o no al mercado o si podremos seguir o no pagando la luz. Tiene un gran valor, pues, que dos gaditanos jóvenes, Teresa y El Kichi, regresen a sus vidas anteriores para demostrar que son capaces de vivir sin la política como profesión. No se puede estar mangando eternamente. Robando, porque en Cádiz, el verbo mangar tiene un significado más flamenco: el de buscarse las papas.