Cofradías

Tiempos de pan llevar

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16 mar 2020 / 13:50 h - Actualizado: 16 mar 2020 / 13:55 h.
"Cofradías","Coronavirus"
  • Tiempos de pan llevar

Ni en la peor de las pesadillas. El escenario que ha dibujado la expansión del coronavirus es sombrío y aún incierto para la sociedad general y emocionalmente complicado para el universo de las cofradías en particular. Nuestras hermandades ya han tomado las inevitables disposiciones después de esperar demasiado las definitivas instrucciones que tenían que recibir de las autoridades civiles y eclesiásticas. Pero conviene tener los pies en el suelo y subrayar nítidamente qué es lo importante en estas circunstancias que demandan sentido común y altura de miras. Los hechos, los tiempos y hasta las vacilaciones de los que tenían que haber ordenados esas medidas drásticas en tiempo y forma nos llevan a ese escenario que se ha asumido con calma, serenidad y madurez: la suspensión de la salida de las cofradías.

El lance nos ha recordado que todo puede saltar por los aires en un momento, cuando más creemos que es intocable. Ahora, más que nunca, es el momento para volver la mirada a nuestras imágenes, a todo lo que representan, poniendo a sus plantas este sacrificio. No habrá mayor penitencia que dejar los pasos en sus almacenes, las insignias en sus vitrinas y esas túnicas –especialmente las más menudas- colgadas esperando un año más para ser vestidas en esas tardes de Semana Santa en las que buscamos la felicidad aprendida siendo niños.

Deberíamos verlo como una oportunidad de sumergirnos en esa Cuaresma interior que olvidamos hace tanto tiempo. El aire perfumado de nuestras calles nos lleva a evocar esas Semanas Santa que ya no tienen tiempo ni lugar en las que la vida era aún un mar sin orillas. Dejémonos abrigar por una sana nostalgia pensando que tenemos un año entero para mejorar tantas y tantas cosas que se quedaron en el tintero. La historia de nuestras cofradías debe aspirar a contarse por siglos dejando este nefasto y bisiesto 2020 para el anecdotario de los cronistas. Las imágenes se han quedado en sus camarines esperando recuperar el fervor diario de sus hermanos cuando pase la plaga. Ellas seguirán ahí. La pandemia, más allá del daño evidente que ya ha causado, nos ha recordado nuestra insignificancia y vulnerabilidad. In icto óculi...