Todos contra Djokovic

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21 feb 2021 / 04:00 h - Actualizado: 21 feb 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
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En 2.009, se celebraba en Belgrado la Final de Copa Davis que Serbia ganó a Francia y que fue la primera que dio Nole a su país.

Belgrado era una ciudad muy poco iluminada y asolada por el viento, pero heredera de tradiciones culturales seculares, con muchos héroes desconocidos emergidos de la lucha contra los nazis. Era muy culta, no en vano a principios del siglo XX, novelistas varios se congregaban en su derredor, como otros en Damasco. Los primeros escribían desde el frío seco del Norte, mientras los otros se derretían allende el desierto de Wadi Rum, que cruzara Lawrence. En esa ciudad, nació Nicola Tesla, sí el que en 1898 puso una antena en un barco en el Madison Square Garden de Nueva York y demostró que podía moverse por ondas.

Quién recuerda ya a Milosevic o incluso la Yugoslavia de Tito. Y es que la gran expresión de la vida no es el carpe diem, sino el sic transit.

En Belgrado, sólo dos deportistas erigen sus nombres en los cruces de calles. Por el primero –Maradona-, ya saben que tengo baja pasión, y no es extraño que hiciera amistad con el tenista serbio, inventando un nuevo deporte sin federación llamado “tenis-futbol”. El otro, naturalmente, es el protagonista de este artículo.

Y es que si hay un deportista injustamente denostado en España, es él. Pregúntense por qué y de dónde viene y piensen en la prensa deportiva sin otra ideología que la pasta. Solo hay que comprobar cómo escriben al dictado del patrón de la Liga; y si te rebelas, un día aparece hasta la Policía, -diganselo a Angel Villar o a Luis Rubiales-. Si no pueden democráticamente, para eso están los amigos de papá... Por suerte, aun quedan jueces fuera de la corte madrileña.

En el tenis también hay Jefes de Prensa al servicio de la marca personal de cada deportista, equivalentes a los de la política. No basta ganar, sino que hay que desestabilizar al adversario y el rival es el serbio, a quien –no lo olviden- los propios jugadores eligieron como su Presidente.

En el caso de Djokovic, si quieren saber algo de él, pregúntenle al mejor periodista de tenis de este país, de nombre Joan Solsona y descubrirán la envergadura del fraude que pretende cegarlo. Nole practica budismo y yoga. Se opone a la vacunación e incluso lo dice... (algo sacrílego, por menos te enfangan para siempre, pregúntenle al Juez del Pais Vasco)

En 1987, con once años, pasó casi ochenta días seguidos en un bunker bajo las bombas sobre Belgrado y eso endurece la piel, singularmente cuando el coro de los saduceos brama contra ti.

El tenis no es más que un deporte, primero de clase y después de sexo, -que le pregunten a Gala León- donde mientras unos recaudan sin abrir sus propios monederos, Nole sí lo hace y no se exhibe. Su Centro de Belgrado es el único que acoge niños y niñas talentosos sin recursos y, además... quiere ser feliz y ...se le nota en la mirada, como la canción de Rafa Serna.

Uno no deja de preguntarse cómo la envidia corroe a los que quisieran parecérsele, y no hablo de títulos, porque al tenista serbio solo le queda pasar a la historia estadística, en la otra ya está. Constantes insidias sobre sus lesiones, recorren los mismos senderos que los que las difunden, no sé si émulos, inspiradores o maliciosos, tanto da...

Nole, tras remontar a los franchutes en Belgrado, creo recordar que sacó a bailar a una novieta de algún directivo allí presente. Nada grave, que después aquella bien casara con algún émulo de Randolph Hearst, sin ágata por testigo. El sonreía feliz. Y hasta yo también...

Después, compartimos algún paseo en Paris, que no fue acompañada de ninguna foto trucada de las que otros se vanaglorian.

Nole no imparte doctrina. Ahora algunos presumen de que instruirán en valores (en su idioma, que no lengua, “valors”) y nada menos que a Piqué. Yo que éste ponía pies en polvorosa.

Así que perdónenme, pero esta madrugada en Australia, voy con Djokovic. Sé que no me lo tendrán en cuenta, porque no la disputa Rafa...