La vida del revés

Un campo de fútbol abarrotado con 50.000 muertos

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02 sep 2020 / 10:07 h - Actualizado: 02 sep 2020 / 10:36 h.
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  • Entierro de un fallecido por coronavirus. / JUANJO MARTÍN (EFE)
    Entierro de un fallecido por coronavirus. / JUANJO MARTÍN (EFE)

Imaginen el estadio de fútbol Ramón Sánchez Pizjuán abarrotado, lleno hasta la bandera. Imaginen que los que se han quedado sin un asiento ocupan el césped que se llena con otros 7.000 cuerpos. Sí, en los asientos imaginen también cuerpos. Porque estoy hablando de cuerpos inertes, de muertos, de aproximadamente 50.000 cadáveres. De ciudadanos españoles o de personas que siendo de otros países residieron aquí y han muerto a causa de la Covid-19 desde que se declaró la pandemia.

50.000 muertos son los que, según el INE, se contabilizan en los registros manuales y digitalizados. 29.152 fallecidos según el Gobierno. El Instituto de Salud Carlos III eleva la cifra hasta los 46.096.

Esto es, sencillamente, un escándalo. No se puede mentir desde el Gobierno porque eso no lo merecen los españoles. Y si se trata de muertos hay que ser especialmente cuidadosos porque el sufrimiento no se puede espesar, no hay razón alguna para generar más pena de la que ya hay. Tal vez en la época de la dictadura franquista se podía mentir y nadie se enteraba. Los medios de comunicación no decían una palabra que pudiera poner en duda la versión oficial. Pero actualmente una mentira se puede desmontar en minutos. Es incomprensible que se arriesgue tanto desde un Gobierno. Y repugnante.

Pedro Sánchez dirá que él ya dijo que el Ministerio de Sanidad solo contaba a los fallecidos con una PCR positiva. Y si lo hace estará haciendo un ejercicio de cinismo monumental. Porque los muertos están enterrados con PCR positiva o sin PCR, pero todos solos, envueltos en una tristeza indescriptible. La que se llevaron con ellos y las que dejaron a sus parejas, a sus hijos, a sus nietos y a sus amigos.

Personalmente, siento una enorme tristeza al comprobar que estas cosas suceden, al comprobar que no podemos confiar en los políticos de este país. No me cabe ninguna duda de que cualquier otro grupo político lo haría del mismo modo y por las mismas motivaciones. De hecho, en Comunidades Autónomas gobernadas por el PP, el bochorno ha sido y está siendo clamoroso. Madrid, por ejemplo.

Tristeza.