Un consuelo para la pandemia

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18 nov 2020 / 08:32 h - Actualizado: 18 nov 2020 / 08:37 h.
"Opinión"
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Desde la revolución industrial el mundo es otro. Producción masiva, capitalismo demoledor, avances tecnológicos milagrosos, la conferencia episcopal presente en Internet, consumos ridículos en su enorme dimensión y, por último, como gran colofón, el tappersex. Sí, como lo oyen, el tappersex. A mí me parece lo más de lo más,

Explico para el que no conozca la cosa. La cosa consiste en lo siguiente. Una persona se queda en paro. En una búsqueda desesperada de un modo de vivir tropieza con un anuncio en la prensa que le promete ingresos seguros y un bonito trabajo. Se trata de comprar una maleta roja, llenarla de consoladores, cremas con diferentes sabores y susceptibles de utilizar en cualquier parte del cuerpo humano, aceites de todo tipo y aromatizados graciosamente o aros de silicona a los que se suman (por ejemplo) las figuras de unos conejitos con orejas flexibles y que el varón colocará cuidadosamente en su órgano de reproducción sexual antes de producirse lo que venimos conociendo por penetración (de cualquier tipo). El siguiente paso en encontrar a alguien que presta su domicilio para que se reúnan en él un grupo de personas. La persona que compró su maleta colorada se presenta el día previsto y a la hora en punto. Los productos son explicados, probados y adquiridos. Por supuesto, durante el transcurso de la reunión hay sorpresas. Las pruebas parece que son de lo más excitante como todo el mundo podría esperar. Aunque me informan de que la gran estrella de este tipo de reuniones es lo que comienza a conocerse como ‘el maquinón’. Me dicen que incluye unos controles de tamaño considerable dado que este artilugio hace de todo. Giran en tres direcciones diferentes sus partes, a diferentes velocidades, con diferentes texturas en cada una de sus tres zonas. Funciona con pilas. Ah, es un consolador. Pero para entendernos nos referiremos a él como ‘el maquinón’. No tardará mucho en comercializarse y que todo hombre o mujer sientan la necesidad de comprar media docena de ellos.

La revolución industrial nos destrozó la vida, el futuro; las secuelas de todo aquello ha convertido el mundo en una mierda. Pero tenemos ‘el maquinón’. Y hasta la pandemia se hace más llevadera. Adoremos el artefacto.