Los medios y los días

Un globo, dos globos, tres globos

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06 ene 2021 / 04:45 h - Actualizado: 05 ene 2021 / 18:48 h.
"Los medios y los días"
  • Un globo, dos globos, tres globos

Yo creí que los Reyes Magos venían cada uno en su globo, menudo chasco me llevé ayer cuando los vi a los tres juntos en una sola canasta, algo apelotonados con tanto personal acompañante, hasta con un cámara, que parecía la canasta el camarote de los Hermanos Marx. Aunque ya no soy un niño, como voy para viejo voy también para niño parte segunda y última y las segundas partes nunca fueron buenas y en esta fase más en concreto, en la que nos volvemos muy sensibles y llorones. Lo digo para que se tenga en cuenta mi desilusión por si a sus majestades les da por venir otro año desde el éter.

No estaba mal la metáfora: puesto que los niños viven en las nubes y millones de adultos también, descender desde cúmulos, nimbos o cielos de añil ha sido muy apropiado, ¿qué temperatura habrán aguantado sus majestades en tan alto nivel de soberanía?

Este año pasado ha sido histórico no sólo por el virus sino por la estrella guía, la de toda la vida, la gran conjunción de Júpiter y Saturno que se formó hace días, el 21 de diciembre, y ya no la veremos más hasta dentro de veinte años (hay que tener paciencia y no poner fronteras a la providencia). Luego, sus majestades en un solo globo, como si la estrella los hubiera enviado, como si vivieran en ella y ¿por qué no? Esta noche pasada y hoy son días de ilusión, días de poner al mal tiempo buena cara, dejemos que todo pueda suceder, voy a acordarme de cuando era un niño en mi primera fase y me levantaba a las seis de la mañana y me encontraba la salita con sus juguetes, entre ellos aquel tren eléctrico que cuando se levantaba mi padre lo armábamos entre los dos y luego le tenía que decir que a ver cuando me dejaba jugar a mí. A mi padre siempre le gustaron los trenes, cuando en verano terminaba de trabajar por la tarde-noche en la fábrica de helados de la familia, se iba con su amigo y compañero de curre Barranca a la estación de Córdoba o Plaza de Armas a ver trenes. Se sentaban los dos allí a ver cómo partían. “Sí señor, Miguel Barranca Pastor, de Salem, provincia de Valencia, para servir a Dios y a usted”, decía el amigo de mi padre cuando se le indicaba que menudo apellido especial tenía.

Estoy seguro de que a los dos les hubiera gustado ver a los Reyes Magos en globo pero tal vez les hubiera pasado lo que a mí, en un globo cada uno, un globo para Melchor, otro para Gaspar y otro para Baltasar y cada uno con algunos y algunas personas de confianza de su corte, ¿no cabía ni un beduino o beduina en el globo?, ¿sólo gente plebeya, externa a las cortes de sus altezas? ¿Y los dos metros de distancia de seguridad? ¿Se habían hecho el PCR los tripulantes antes de embarcar o de englobar? Ah, perdón, se me olvidaba que a esas alturas el virus está molesto y que los reyes son magos y seguramente habían transmitido su magia a los demás. Y se me olvidaba que detrás de la ceremonia está el Ateneo que lo tenía todo previsto y bien previsto, o eso supongo.

Lo de a globo por rey no se me ha ocurrido por la pandemia, en eso he caído después porque lo que me pasa a mí es que me olvido con facilidad del virus, no sé por qué. Tiene uno tan introyectado que cada rey va en un camello o en una carroza que no imaginaba que iban a descender los tres como sardinas en lata en un solo habitáculo, apretujados. Cuando los he visto así, tan hermanados, me he acordado de lo de los dos metros, los aerosoles y eso. Aire y sol sí que habrán tomado sus majestades pero no me los imagino entrando a los tres por La Campana montados en un mismo camello, no sabía que la crisis de la monarquía alcanzaba tal altura, si le llegan a pedir la tarjeta a nuestro emérito que, la verdad, me ha dado cosita verlo en la foto sostenido por sus guardaespaldas, hubieran llegado los tres en un globo, dos globos, tres globos y hasta hubiera habido otro para la Estrella de la Ilusión y otro para que Espadas se hubiera hecho la foto descendiendo de la gloria. Claro que no sabe uno si el viento, con sus caprichos, los hubiera repartido a todos por la gran Sevilla, oiga, que yo no soy Julio Verne, no sé cómo funciona esto de los globos.