La enfermedad había sido prevista por los expertos, pero no se ha prevenido atajar sus causas ni afrontar sus consecuencias. El sistema sanitario público andaluz carece de médicos. En maridaje con las universidades es capaz de formar excelentes profesionales, pero en número inferior a las necesidades imprescindibles de atención primaria, de urgencias y de especialidades. Y la descompensación se torna muy grave porque emigra al menos un 20% de los licenciados. En busca de mejores sueldos, de contratos más estables, de ambiente de trabajo menos agobiante. Es decir: el sistema público educativo vertebra su cualificación, con el dinero de todos los contribuyentes, y el sistema público sanitario no los aprovecha porque les ofrece precariedad, como si fueran uno de los segmentos de población que ha de conformarse con el mileurismo y con los contratos de un día. Aumentan los síntomas sobre el serio riesgo de colapso: faltan aspirantes a las convocatorias extra de empleo para cubrir plazas de médicos por bajas, jubilaciones o vacaciones.
Desde las instancias oficiales se comunica a la opinión pública la cifra de contrataciones, por ejemplo para el periodo veraniego. Pero el proceso concluye en realidad con multitud de contratos sin materializar porque no hay candidatos. Cuando los planes de choque sufren una enmienda a la totalidad, como ha sucedido en 2019 en Sevilla, al ofrecer el Servicio Andaluz de Salud 66 plazas para puestos estructurales en atención primaria, y sólo se ha cubierto una de las 66, está más que justificada la alarma ante la magnitud del problema. El sistema no es capaz de garantizar que se disponga de pediatras suficientes en los centros públicos de salud, y eso que somos un país con una bajísima tasa de natalidad. Y falla en su conjunto para las necesidades en todas las franjas de edad cuando se sabía desde hace décadas el aumento exponencial de las incidencias sanitarias en una sociedad que alcanzaba un promedio de 80 años en la esperanza de vida.
Los periodistas que asumen la dirección de Canal Sur, Juan de Dios Mellado y Rafael Porras, tienen en este tema una piedra de toque para demostrar que los medios de comunicación de titularidad pública están al servicio de la ciudadanía y no como comparsas de los políticos que nombran o defenestran periodistas en aras a usar los canales como instrumento de propaganda y perpetuación de tópicos. Se pueden hacer magníficos reportajes, y estupendos debates, sobre una cuestión que no es solo andaluza, pues también resulta imprescindible y apremiante desde los poderes ejecutivo y legislativo de la nación un fuerte incremento de la oferta académica en las facultades de Medicina, y de la integración como MIR (médico interino residente) para que dentro de diez años el colapso no sea total. Y esta crisis de un servicio público de salud que carece de aspirantes a engrosar sus filas tiene múltiples vertientes que deben ser divulgadas y debatidas. Por ejemplo: cuáles son los salarios y las condiciones de trabajo que tienen miles de médicos y enfermeros andaluces en otras regiones españolas, sin los que no aceptarán una 'Operación Retorno'. O cuáles son los países con los que promover una inmigración regulada para disponer de médicos avezados a los que incorporar en la sanidad pública andaluza.
Para cubrir las vacantes de médicos en el distrito sanitario sevillano durante el verano de 2018, solo se logró contratar a 897 facultativos, pese a que se había aprobado incorporar a 1.269. Se quedaron vacíos 372 puestos, y ese trabajo recae en quienes están bajo mínimos. A más de uno le entrarán ganas de poner este cartel: “Prohibido enfermar entre el 1 de Junio y el 30 de Septiembre”.