La Tostá

Una persona especial

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
18 mar 2023 / 09:55 h - Actualizado: 18 mar 2023 / 09:55 h.
"La Tostá"
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Indigna escuchar a una profesora de un colegio de Jerez mandar mensajes a la familia de los alumnos para que no celebren el Día del Padre, sino el de “una persona especial”. Mi padre lo era, por cierto. Y siempre será mi padre, lo quieran o no las patéticas feministas del Gobierno. Aunque no soy de celebraciones onomásticas familiares, el Día del Padre lo suelo celebrar por partida doble, porque mi madre, que también fue padre, se llamaba Josefa. Es, pues, un día señalaíto, como dice la seguiriya de Manuel Torres. Pero no compro una tarta ni hago ninguna fiesta en casa. Tampoco el Día de la Madre. Hay quienes celebran sus onomásticas con tartas serpentinas y luego los meten en residencias.

Mi padre fue un niño especial, un trabajador del campo desde chico. Su primer trabajo fue de porquero, que, por si no lo saben Irene Montero e Ione Belarra, significa guarda de cerdos. Solo tenía siete u ocho años cuando guardaba cochinos en Arahal. Era pobre, aunque no del todo, pero los niños de aquellos años, los treinta del pasado siglo, comenzaban pronto a trabajar para ayudar en casa. Se casó con mi madre a la edad de 29 años y en solo un lustro de casado le dio de comer a tres hijos. Luego murió de leucemia, con solo 33 años, dejando viuda, tres churembeles y una modesta casita en el Camino de la Mata que hizo con miles de fatigas. Fue un padrazo, según mi madre, así que siempre lo voy a llamar padre o popá, aunque no tuviera la suerte de conocerlo.

Cuando era solo un niño y pasaba los veranos en Arahal, a veces buscaba a sus amigos para que me hablaran de él y todos contaban maravillas. Era un buen hombre, un jornalero del campo que jamás les quitó un cacho de pan a sus hijos para irse a una taberna. Murió en un taxi del pueblo que lo llevaba a casa desde el Hospital Central de Sevilla. No le dio tiempo de llegar: murió en los brazos de mi madre nada más entrar en el pueblo. Todo un padre, sin duda. Y unas descerebradas no quieren que los hijos celebremos el Día del Padre, de quien nos dio la vida. Si no honramos a nuestros padres, ¿qué nos queda? Mi padre era muy especial, en efecto. Pero si esperan que de ahora en adelante me refiera a él como “persona especial”, que esperen sentados. Padre, con mayúscula.