Una región

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04 sep 2021 / 21:49 h - Actualizado: 04 sep 2021 / 21:50 h.
  • Una región

Como si de un complot se tratara, muchos medios y profesionales de la Comunicación han puesto de moda otra vez la palabra «región». Una región es una zona y dentro de una región puede haber varias regiones. Una región es la zona continental de Europa, pero dentro de ella están las penínsulas bálticas, que reúnen unas condiciones especiales, una morfología geográfica definida. Otra región, dentro de la Región europea, son los Balcanes. Y así, si fuéramos afinando, pueden encontrarse regiones en Europa, en los Estados Unidos de América, en África y en todo el mundo. La Región es un concepto geográfico, ni administrativo ni político.

El problema empezó cuando, al desaparecer los reinos en 1834, se vio necesario mantener una distribución formal por encima de la provincia, recién estrenada el 1 de enero de ese año. Entonces se mezcló la historia con la geografía y fueron agrupadas aquellas provincias con alguna afinidad histórica, para mantener algo, una figura que pudiera recordar a los reinos recién fenecidos. La «región» tomó una significación especial durante el franquismo, en tanto se estudiaba como parte de la división administrativa aunque no tenía atribución de ningún tipo. No era un Ente, no tenía entidad. En la actualidad las comunidades autónomas no coinciden con las regiones naturales, por el capricho con que se dibujaron las provincias. Pero tampoco coinciden con las entidades históricas que sí representaban los reinos, porque sus límites fueron removidos por esa arbitrariedad puesta al dibujar las provincias que, sin embargo, desde entonces han quedado constitucionalmente como «esencia» inamovible de todo cuanto es inamovible en el inamovible Estado español.

Las «regiones» interiores del Estado, carentes de capacidad administrativa y política, dieron un vuelco a partir de 1977-1979, con la aceptación de las comunidades históricas, las Autonomías, aunque con los límites de las anteriores regiones, condicionados por la inviolabilidad legal de la provincia. La región desaparecía, la palabra se olvidaba en ese uso, y se empezaron a llamar comunidades. Comunidades autónomas. Porque eran comunidades, de intereses históricos, de intereses económicos, de cultura. Las naciones son, esencialmente, entidades culturales, y ese es el sentido recuperado por las comunidades, el mismo que tuvieron aquellas otras comunidades que se opusieron a la dictadura flamenca de Carlos I, en cuya lucha y formación Andalucía llegó a tener un protagonismo totalmente desconocido en la posteridad.

La Comunidad no es una región. No lo es porque no reúne las condiciones necesarias de unidad geográfica, debido a los cambios impresos a la creación —invención más bien— de las provincias. Y no lo es porque lo que se llamó «regiones» en España constituían una lejana referencia a la realidad histórica pero no la respetaban. Y porque eran entidades sin entidad, sin la menor significación política o administrativa. De la región a la Comunidad, media un abismo, una distancia, una diferencia que las diferencia y las distancia. La Comunidad actual cuenta con una capacidad limitada de autogobierno —más o menos según los casos—. Y eso, más o menos, es un reconocimiento a su capacidad, a su necesidad, a su historia, elementos con los que no contó la región en ningún momento.

Entonces ¿por qué la obsesión por llamar de nuevo «región» a la Comunidad Autónoma de Andalucía? ¿Es ignorancia supina o deseo de desmerecer, de minimizar el logro autonómico comenzado con las magnas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 y rematado, aunque no culminado, con el referéndum del 28 de febrero de 1980? Recuérdese que ha sido el único referéndum en el mundo que debió ser superado en su conjunto y por parcelas. Y que el mínimo a superar, por primera y única vez en el mundo, no ha sido el de los votantes, sino el de todos los inscritos en el censo electoral, aunque, como se vio en aquella oportunidad, ni siquiera fueran vecinos. Aunque ni siquiera siguieran vivos.

Es una pena que en las facultades de Ciencias de la Comunicación no se enseñen algunas cosas. Pero más grave es que no se enseñen en Bachillerato. Si no ¿a qué obedece que las nuevas generaciones de periodistas intenten disminuir la capacidad de la Comunidad Autónoma de Andalucía llamándola «región»? Con lo poco que cuesta informarse.