Tribuna

Una Semana Santa Covid sevillana, (¿y la feria qué..?)

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11 abr 2021 / 10:33 h - Actualizado: 11 abr 2021 / 10:35 h.
"Tribuna"
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Ya ha pasado esta “semana santa-pandemia” del año 2021. A las acostumbradas noticias del virus, en forma de últimos repuntes/fallecidos/ingresados/recuperados y cierres perimetrales se han añadido otras como profecías sobre número de vacunados, reacciones a la vacuna (trombosis) o problemas de abastecimiento de la misma. Incidencias todas que nos han creado un especial “vía crucis “con sus estaciones desde el miedo-desconcierto hasta la esperanza. Un año sin pasos en la calle. Ni siquiera un autobús como el año pasado, simulando una chicotá peculiar.

En mi caso, que estoy vacunado, no he dejado de pensar en el virus como algo camuflado, invisible entre la gente como aquel personaje de la Pasión de Mel Gibson que representaba a la Muerte o el Diablo, y miraba inquietante la flagelación de Cristo.

Esta semana santa, con su inestabilidad propia de la estación, ha añadido instantáneas de color al acervo de fotos de semanas santas pasadas. Retratos de largas colas de personas aguardando su entrada en una iglesia para ver sus imágenes; fotos de balcones engalanados con terciopelo rojo; fotos de imágenes expuestas al público en alguna exposición o paso; las veo fusionadas con otras instantáneas o pequeños cortos de películas, en blanco y negro. Me refiero a las “improntas” de finales del siglo XIX o mediados del siglo XX, porque su monocolor me provoca una especie de tristeza y nostalgia. Pero también me descubre ese germen de tantas generaciones de sevillanos que formarán parte, si Dios quiere, de este peculiar paisaje pagano y religioso que es, a su vez, nuestra Semana Santa. Quiero recordar, pues, algunas fotos que he visto a través de algún foro de la Sevilla antigua: salidas multitudinarias del Gran Poder o estampas de la Macarena, con expectación igualmente numerosa; la Esperanza de Triana ante la vieja cárcel del Pópulo, encorsetada por tantísima gente; instantáneas del Cachorro, navegando entre el gentío en el puente de Triana; películas con escenas oscuras e inquietantes, del cortejo rápido del Gran Poder; mujeres con mantilla ataviadas de negro; sombras de nazarenos de túnica negra en un callejón perdido; padres vestidos de chaqueta y corbata, con sus hijos vestidos de “bonito”...

Mi Semana Santa de este año, se puede resumir en paseos por la ciudad escrutando el posible ambiente semanasantero. No he llegado a entrar en ninguna iglesia, me he limitado a pasar por sus exteriores y ver las aglomeraciones de gente en forma de espera para ver a sus Titulares. Algunas veces he tenido la sensación agridulce de cuando, por motivos de la lluvia, una cofradía no podía salir o esa especie de “bajón“ cuando, terminada la Semana Santa, todo se llenaba de vacío y mis zapatos se quedaban pegados a los restos de cera adherida en las calles. Otras, desde las “pequeñas cimas” de los asientos de un bar he tenido diferentes diálogos con mis amigos y amigas:

- ¿Te has fijado en aquel grupillo de “capillitas” bebiendo cerveza en “hermandad”?

- Pues sí, pero, ¿a dónde irán cuando terminen el tapeo?

- Es curioso; sólo les hace falta estar conectados a unos auriculares, para oír las incidencias de tal cofradía en la calle.

- Por cierto hoy he visto a un hombre enchaquetado con el pelo engominado y corriendo hacia alguna parte, como si fuera a perderse el paso de alguna hermandad. Eso sí, no paraba de mirar al cielo continuamente.

-Sí, sí, y yo he visto a un músico con su uniforme de la banda. ¿De dónde vendría?

-A mí lo que me preocupa es la cantidad de gente que hay en la calle y cómo están repletos los bares. ¿A la gente se le ha olvidado que todavía hay muchos contagios?

-Anda, que si el año que viene no hay Semana Santa yo no sé qué va hacer la gente...

-Uff , me imagino un grupo de exaltados sacando “en volandas” a sus imágenes por la calle.

-Pues no te creas; allá por 1976 unos hermanos de Santa Marta “pasearon” a su cristo yacente por las calles, porque ese año no pudo salir la cofradía a causa la lluvia.

-Por cierto, este año ni siquiera hemos visto mujeres con escotes generosos y tacones imposibles

-Sí, sí, ni tampoco personas mayores en sillas de ruedas ni otros discapacitados vestidos de domingo de ramos.

En fin ya pasó la Semana Santa y, como muchos andaluces que no pudimos salir de la provincia, celebramos la Resurrección el Sábado Santo. Vamos, “echar un día de campo” bebiendo y comiendo. O lo que en muchos pueblos de Córdoba llaman irse de “perol”. En todo caso celebrando la primavera, a pesar de todo. Eso sí, sin poder disfrutar de la musicalidad (y silencios) de ese teatro viviente que es la Semana Santa con sus cristos y dolorosas o de sus contrastes de oscuridad y luz. Finalmente, sin poder improvisar un pequeño rezo, aunque muchos no seamos creyentes, o tocar el plateado de un respiradero o la cruz de un paso desde un balconcillo.

¿Y ahora la feria qué? ¿Habrá toros? Han engalanado algunas calles. ¿Veremos algunas mujeres vestidas de flamenca y hombres de corto, paseando en vistosas calesas? No sé si habrá, salvo los policías montados a caballo, otros caballistas esparciendo heces por la calzada. ¿Habrá borracheras en la calle? ¿Habrá jóvenes peleándose con otros a primera hora de la mañana? ¿Se respetará el toque de queda? ¿Habrá fuegos artificiales? ¿Se verá mucha gente bailando sevillanas con su prescriptiva mascarilla? ¿Habrá más besos de lo habitual?

A fecha de hoy, ya suben los contagios en forma de “cuarta ola”. Los profesionales de los centros sanitarios tememos un posible tsunami después de estas fiestas. Sabemos que es una necesidad celebrar cualquier instante de la vida, en esta oportunidad de “carpe diem” que nos brinda la primavera. Pero tememos consecuencias para ustedes y para nosotros, los trabajadores de la salud, a causa de este nuevo revés pandémico. Los "héroes visibles y no visibles sufrimos un estrés y un agotamiento casi crónicos. Por favor, cuídense y velen un poco por nosotros.

Y por último, quiero desearos toda la inmunidad posible, anhelo que todas las imágenes de vírgenes y cristos de esta ciudad nos protejan. Y que, algún día, podamos superar este temor a contagiarnos del virus porque éste desaparezca o se atenúe. Mientras, ojalá podamos repetir lo que, refiriéndose al miedo, decía el torero Juan Belmonte (en boca de Manuel Chaves Nogales) : “Me basta con que seas discreto y no escandalices”.