Que el precio del petróleo se encuentre al mismo nivel en el que estuvo el pasado mes de noviembre es una excelente noticia para la economía española.
De estos precios depende que el consumo privado nacional crezca o retroceda, que la deuda pública española sea menor o mayor y que la tasa de desempleo que soporta nuestro país se modifique al ser inversamente proporcional a las subidas del precio del crudo. Si el barril brent baja de precio, todo va mejor en una economía como la española que está obligada a importar energía. De hecho, una subida del 15 por ciento de los precios actuales supondría, según el Programa de Estabilidad que ha emitido el Gobierno de España, que el PIB fuera 3 décimas menor que el calculado y, los siguientes años, el problema sería algo mayor, llegando en 2020 a un ajuste de 5 décimas a la baja.
El pasado noviembre, la OPEP tomó la decisión de reducir la producción diaria en 1,8 millones de barriles. Con Arabia Saudí al frente, se intentaba que los precios se elevasen. Sin embargo, fundamentalmente, la producción libia y nigeriana y el crecimiento fulgurante del fracking en EEUU, impidieron que se produjera el efecto buscado. Es verdad que los precios subieron en un primer momento aunque, en la actualidad, los niveles se igualan a los del mes en que se tomó la decisión de reducirla producción por parte de los países productores.
Tal y como están las cosas, los países que forman la OPEP tienen mejor margen de maniobra respecto a la difícil situación que vivieron cuando el precio del barril se situó en torno a los 27 dólares. Y los países importadores netos de energía, como es el caso de España, mantienen la esperanza de una recuperación económica más rápida y contundente si los precios quedan en una franja parecida a la actual.
Habrá que esperar para saber qué decisiones toma la OPEP el próximo 25 de mayo en Viena en una reunión vital para el mundo entero.