El peligro de los extremismos

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15 dic 2017 / 23:55 h - Actualizado: 15 dic 2017 / 23:55 h.
  • El peligro de los extremismos

El peligro de llevar las cosas cerca del límite es que alguien puede confundir aspectos fundamentales y sobrepasar esa línea tan fina que separa el territorio peligroso del resto. Hace unos días hemos conocido el resultado de llevar el odio a su extremo más perverso. Un hombre, por lucir unos tirantes con los colores de la bandera de España era agredido y perdía la vida a manos de un sujeto que arrastra un pasado bastante turbio. Una muerte absurda, estéril, inservible y, también, relevante. Una paradoja más.

En España no existe un problema excesivo de violencia política. Esa es una situación que se salvó en los años 70 y 80. España ha sufrido épocas de gran violencia terrorista y de gran conflicto territorial, pero nunca ha arraigado una forma de violencia propuesta desde el odio o desde la diferencia de pensamiento como único argumento. Sin embargo, la crispación que se ha vivido durante los últimos años se ha ido traduciendo en formas muy rudas de expresión, en descalificaciones y en movimientos supremacistas, que causan cierto pavor por no ser habituales en una sociedad como la española de los últimos cuarenta años. Los líderes políticos son capaces de llegar muy lejos con su discurso si intuyen que en ese territorio hay votos con los que asegurar la presencia política en instituciones y medios de comunicación.

En un país en el que el número de homicidios anuales va decreciendo cada año, genera gran alarma que una persona sea asesinada por sus ideas políticas o por lucir una bandera. Sin embargo, ha sucedido y es motivo de alarma puesto que los síntomas pueden indicar que el problema se puede extender de forma peligrosa. Si bien es cierto que esta agresión es algo que ha correspondido a una persona y no a una organización, también lo es que los líderes políticos de algunos partidos no dudan en crear ambientes que son caldo de cultivo para que el odio y la violencia se convierta en una forma de hacer política. Convendría que todas las formaciones políticas fueran conscientes de los problemas que pueden llegar a generar si los mensajes enviados al electorado se convierten en una máquina de generar violencia. Conviene que los votos no eleven su precio más allá de lo razonable.