Europa, un gran proyecto a pesar de algunos indeseables

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22 mar 2017 / 21:41 h - Actualizado: 22 mar 2017 / 22:15 h.
  • Europa, un gran proyecto a pesar de algunos indeseables

Alguien que aspira a mantener su puesto al frente del Eurogrupo, sencillamente, tiene que evitar insultar a millones de personas. Porque esto es lo que ha hecho Jeroen Dijsselbloem al afirmar que los países del sur de la Unión Europea gastan «todo el dinero en copas y mujeres». Y, para terminar de arreglar las cosas, se ha mostrado sorprendido ante el revuelo que se ha producido en España negándose a pedir perdón y a rectificar sus palabras. Ha intentado maquillar sus palabras de forma torticera y ridícula aunque, por supuesto, la indignación no ha variado entre los eurodiputados españoles ni entre los ciudadanos.

Pero lo importante de este asunto no son unas manifestaciones torpes e impertinentes de un político mediocre. Lo verdaderamente preocupante es que este señor cree que esos países a los que se refiere son un ente vacío, una zona del papel en el que se dibuja un mapa, un espacio vacío. Jeroen Dijsselbloem debería saber que en esos países viven personas de toda condición social, económica o religiosa; que en esos países la crisis económica ha producido un inmenso dolor entre las clases más desfavorecidas; que en esos países hay muchos más pobres que antes; que en esos países miles de personas han podido sobrevivir gracias a la solidaridad de sus compatriotas. Y esas personas que tantos problemas tienen, no gastan el dinero de los europeos ni en mujeres ni en copas, no viven por encima de sus posibilidades, no roban a manos llenas ni nada que se le parezca. Trabajan duro y tratan de salir adelante. Solo eso.

Tal vez el señor Jeroen Dijsselbloem debería referirse a algunos de los que recibe con vajilla de plata y alfombra roja porque ya se ha demostrado que ellos o sus partidos políticos han cometido delitos o irregularidades por las que tienen que dar explicaciones en los juzgados de sus respectivos países. Los corruptos de los países, incluidos los del norte de Europa, no son los propios países ni representan a ningún pueblo en su conjunto.

Jeroen Dijsselbloem ha demostrado ser un político mediocre porque ha dividido Europa en dos y, por tanto, a los europeos. Pero, además, ha faltado de forma grave a esas mujeres a las que se refiere en sus declaraciones. ¿Cómo nadie en el siglo XXI puede pensar que las mujeres españolas, italianas o griegas, están en este mundo para que se gasten el dinero en ellas? ¿Acaso se las imagina a todas en casa esperando al hombre de su vida que llega con un puñado de euros en el bolsillo? ¿Acaso se las imagina en bares de alterne inmensos? ¿Cómo nadie puede pensar que pueblos enteros se dedican a perder el tiempo esperando subvenciones europeas? Es indignante que alguien capaz de hacer estas declaraciones esté al frente del Eurogrupo y pueda repetir en el cargo.

No es la primera vez que algo así ocurre. Y no hace falta salir de España para escuchar cosas semejantes. Aún resuenan las declaraciones del político catalán, Duran i Lleida, en las que se afirmaba que los andaluces se pasan el día en los bares sin trabajar. En aquella ocasión hubiera sido deseable que se aportaran pruebas que demostrasen que eso es así. En esta ocasión, también. Aunque el señor Jeroen Dijsselbloem no va a poder hacerlo. Si echa un vistazo a la realidad se encontrará con pueblos trabajadores y comprometidos. Lo mismo le hubiera sucedido a Duran i Lleida en su momento.

El gran problema de la política, ya es una evidencia, es que cualquiera puede ejercerla. Y eso, sencillamente, terminará siendo un desastre aun mayor que el actual.