Las razones del corazón que la razón no entiende

Gloria, natural de El Pedroso, y Ulises, su marido, luchan para evitar que el pequeño que acogieron hace dos años en Lanzarote sea dado en adopción. Han solicitado la acogida permanente, que permitiría el contacto del menor con la madre biológica pero les ha sido denegada. Llevarán el caso a la justicia y no descartan recurrir a los tribunales europeos si hiciera falta.

11 oct 2020 / 13:17 h - Actualizado: 11 oct 2020 / 13:20 h.
  • Las razones del corazón que la razón no entiende

El corazón tiene razones que la razón desconoce. Esta máxima, que en su día expusiera Blaise Pascal, cobra más importancia cuando en mitad de toda reflexión se encuentra un niño. La lógica aplastante de la burocracia cae con todo su peso sin saber que, bajo la misma, unos padres resistirán con uñas y dientes.

Es la historia de Gloria Molina, natural de la localidad sevillana de El Pedroso, y su marido, Ulises Montesdeoca. Afincados en Lanzarote este matrimonio decidió hace dos años entrar a formar parte de un programa de acogida de niños. Una acción humana y solidaria que les puso en el camino de un pequeño de tan solo tres meses. Su madre biológica, una sevillana con cinco años en la isla no podía hacerse cargo de él debido a su enfermedad. El pequeño entonces entró a formar parte de la familia Montesdeoca-Molina. Una familia que ya contaba con tres hijos.

Dos años de acogida temporal

El régimen de acogida temporal, tal y como establece el artículo 173 bis del Código Civil, tiene una duración de dos años. Un periodo en el cual los padres biológicos no pierden el contacto con el menor. Todo lo contrario, el pequeño ha sido visitado en muchas ocasiones por su madre, tal y como explica Gloria, quien además añade que un 60% de esas visitas han sido concertadas por ella ante “la falta de personal aducida por la administración”.

Durante estos dos años, el menor ha aprendido a andar. Con el consentimiento de su madre, fue bautizado, siendo Gloria y Ulises sus padrinos de bautismo. Pero lo más importante, es que ha creado unos lazos indisolubles con sus padres de acogida y los hijos de estos, sin perder nunca el contacto con sus padres biológicos, la pretensión máxima del programa de acogida.

Negativa de la acogida permanente

Una vez concluido estos dos años Gloria y Ulises se han enfrentado a un duro dictamen, el del paso del menor a situación de adopción. Antes de que llegara ese día el matrimonio solicitó a la Dirección General de Protección de la Infancia y la Familia de la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivenda del Gobierno de Canarias el paso a la situación de acogida permanente. Fundamentaron su pretensión en el vínculo afectivo intenso y consolidado, en la necesidad de evitar una nueva ruptura familiar al menor que suponga un perjuicio grave para sus intereses y la posibilidad de mantener el contacto con la madre biológica, al no limitar la institución del acogimiento permanente esta posibilidad, si no perjudica al menor. Y todo ello con el apoyo expreso de la propia madre biológica, para que su hijo se mantenga en el seno de la familia de Gloria y Ulises. La respuesta de la administración, sin embargo, ha sido negativa. La razón aducida, inidican: los padres (biológicos) no le aportan nada positivo al niño.

Es entonces cuando Gloria se pregunta: entonces ¿para qué han servido estos dos años?. La pedroseña no entiende la decisión más aún cuando su madre biológica se recupera satisfactoriamente de su enfermedad. Gloria señala que sabía que el contrato de acogida temporal era de dos años. Su intención, asegura, no es quedarse al niño, pues el propósito final es que vuelva con sus padres biológicos una vez la situación lo permita. En caso de no ser posible esta, tal y como estipula el Código Civil, solicitan la acogida permanente. Un precepto legal tenido en cuenta cuando las circunstancias del menor o de su familia así lo aconsejen.

Acudirán a la justicia

Acogiéndose a la ley, Gloria y Ulises han querido dejar claro que lucharán hasta el final. De momento ya han interpuesto varias demandas y avisan de que llegarán a los tribunales europeos si hiciera falta. Para ello se amparan en el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que establece como principio fundamental que rige con respecto a los menores, en la inalienable realidad de mantenerse dentro de su familia biológica. Y es que, el hecho de separar al niño de sus familias, tanto la biológica, como la de acogida, añaden, es sencillamente cruel y va en contra de los intereses del menor. Quieren entonces que sea un juez de menores quien dictamine el futuro del niño y no un funcionario basándose en un informe. Asimismo, aluden, que todo lo que buscan es, indudablemente, el bien del niño.

Mientras llega el desenlace, los padres de acogida están recibiendo el apoyo vía redes sociales de los vecinos de El Pedroso. Fuera de la península, en lanzarote, un niño vive feliz con unos padres y unos hermanos que lo adoran. Unos niños que viven con el corazón en vilo de pensar que puedan dejar de ver al pequeño. Este ha vivido unos dos primeros años de vida sin que nada le haya faltado, ni siquiera el amor de una madre biológica con el alma rota, con la que no ha perdido el contacto.

Hoy el peso de la razón burocrática aprieta con fuerza, sin embargo, el corazón, con sus propias razones aguanta el peso, sustentado por dos que, cual Hércules, tienen la fuerza suficiente para separar continentes pero también para evitar que se rompa su maravillosa familia.