Sevilla consolida su Chinatown

Nuevas generaciones. Se calcula que unas 5.000 personas del gigante asiático viven en Sevilla. La mayor parte son empresarios. La crisis alentó su crecimiento y marcó nuevas pautas de negocio

23 nov 2016 / 07:00 h - Actualizado: 23 nov 2016 / 07:00 h.
"Tiendas en lucha"
  • Entrada a una nave de venta al por mayor en el Polígono de la Carretera Amarilla. / Jesús Barrera
    Entrada a una nave de venta al por mayor en el Polígono de la Carretera Amarilla. / Jesús Barrera

No hace demasiado tiempo, en la ciudad china de Qingtian, en la provincia de Zhejiang, una pantalla gigante anunciaba patas de jamón y botellas de aceite. La tienda en cuestión que ofrecía productos tan made in Spain no estaba cerca, ni siquiera en la misma ciudad, ni en el mismo país ni continente. Era un híper de Fuenlabrada el que aparecía en ese anuncio callejero, el ejemplo de lo que los emigrantes de Qingtian en España estaban consiguiendo a miles de kilómetros de su hogar. Se calcula que ocho de cada diez chinos que llegan a Sevilla proceden de dicha provincia. «La ciudad de los chinos de ultramar», así se le llama a Qingtian cuenta el señor Wang, residente en el Aljarafe y que desde hace años regenta una frutería; «no olvidamos nunca de dónde procedemos. El dinero que ganamos sirve para nuestro sustento, pero también tenemos allí familia y gente que necesita nuestra ayuda».

Con el dinero que llega a la ciudad procedente entre otros lugares de Sevilla se ha construido una escuela de secundaria o se han reformado puentes. El dinero de la emigración, que en esta ciudad tiene una tradición de más de un siglo, y comenzó hacia Japón y Singapur, ha cambiado la fisonomía de la ciudad. Ha financiado escuelas, hospitales, edificios y carreteras. En 2000, las remesas ascendieron a 227 millones de dólares. El señor Wang repone frutas y verduras mientras su mujer despacha a los clientes y su hija mayor habla en un acento mitad chino mitad español. Cerca de allí, la señora Li trabaja en un bazar en el que se puede encontrar casi todo lo imaginable. También compagina la atención del establecimiento con un vistazo a su hija que hace deberes de chino. Escolarizada en Sevilla, el español ya es su primera lengua, aunque sus padres tratan de que no descuide la lengua de todos sus antepasados.

Cuando en Zhejiang se vivía del arroz y la pesca, la miseria era la rutina de sus habitantes; ahora que vive del turismo nacional y de la industria textil crece a un ritmo del 10 por ciento en cada uno de los años de la última década, pero la gente continúa emigrando. Durante mucho tiempo hubo un dicho en China a cuenta de la pobreza de la región: «Cásate con quingtianés y comerás patatas durante toda tu vida». «La idea que tenemos es que aquí en España resulta más fácil hacer dinero. Además no hay demasiados problemas para obtener papeles así que venir aquí es uno de los lugares más atractivos para los chinos», relata Wang.

La comunidad china en Sevilla puede alcanzar las 5.000 personas. Las provincias de Sevilla y Málaga concentran el 60,66% de los inmigrantes chinos en Andalucía. De este número, se calcula que el 40 por ciento de los chinos en edad de trabajar son empresarios y que el 97 por ciento de los que no lo son aún tiene en mente serlo. Son los datos que se destacan en la tesis doctoral La actividad emprendedora de los inmigrantes. Un estudio de los emprendedores chinos en Andalucía, elaborada por Zhikun Yu y presentada a comienzos del año 2013. Los negocios de los inmigrantes chinos se concentran en pocos sectores, aunque la tendencia parece ir cambiando poco a poco.

El comercio al por menor y los restaurantes son los más comunes, aunque dentro de estos dos ámbitos hay matices interesantes. «Había una evidencia de que los restaurantes de comida china habían tocado techo y ya no daban para más. Pero, sin embargo, esos mismos empresarios dedicados a la restauración se han reenganchado al negocio apuntándose a la moda de la comida japonesa», subrayan desde la Asociación de Empresarios chinos de Andalucía. Los inmigrantes asiáticos han ido diversificando sus negocios y su planteamiento empresarial: ahora buscan locales más grandes (naves de hasta 1.000 metros para ofrecer de todo) y apuestan por la especialización (por ejemplo, se han sumado a la venta de ropa de corte occidental y a la comercialización de fruta al por menor.

Los inmigrantes chinos que llegan a Sevilla cuentan con una importante colaboración por parte de los inmigrantes que ya están establecidos en el país. Asimismo, en el momento de convertirse en empresarios, suelen conseguir ayuda de los amigos y familiares chinos en forma de información y asesoramiento, financiación directa o el suministro de mercancías o locales comerciales a crédito.

El trasiego de mercancías y furgonetas es constante en el Polígono Industrial Carretera Amarilla, uno de los epicentros del comercio chino en Sevilla. «Calculo que habrá unos 40 o 50 negocios chinos ya. Con la misma rapidez que se abren, se cierran. Son muy dinámicos y su capacidad de trabajo enorme», cuenta Miguel, trabajador del Polígono. «Queremos inversiones que fomenten el empleo. Estamos en un buen destino para invertir en el agroalimentario. Este incluye bodegas de vino, conservas. Y también en turismo, donde hay una gran fortaleza», cuenta Leticia Chen, presidenta de la Asociación de Empresarios de China. Los años pasan y las generaciones de chinos crecen y se forman aquí.

Los jóvenes empiezan a entrar en la universidad y a contemplar horizontes y actividades que a sus padres les venían grandes. «El espíritu emprendedor del chino y la cultura occidental pueden dar sus frutos en una nueva estirpe de negocio que se aleja del tradicional nicho de mercado de las personas de este país», apuntan desde la asociación.

Para los inmigrantes chinos, la empresa es considerada como un modo de vida. Cuando las empresas se encuentran con dificultades competitivas, introducen innovaciones para garantizar la supervivencia de su negocio, y con ello, su modo de vida. «No nos da tanto miedo como al español montar nuestro propio negocio. Puede salir mal, pero nuestro riesgo económico es más pequeño. Aquí se está acostumbrado a pedir dinero a los bancos. Nosotros tiramos más de los ahorros, de la familia. ¿Que todo sale mal? Pues se empieza de cero, pero sin deber dinero», reflexiona el señor Wang.

Un aspecto importante a la hora de analizar el comercio de los inmigrantes chinos es su buen comportamiento, en líneas generales, durante la crisis económica. En el periodo 2008-2013 muchas empresas autóctonas disminuyeron sus ventas, mientras que los negocios chinos siguieron creciendo. El promedio de crecimiento durante ese periodo en Andalucía fue de algo más de un 8 por ciento, mientras que en el conjunto de empresas andaluzas sufrieron una disminución del 17,53 por ciento. Los negocios chinos presentan un mayor dinamismo que el conjunto de empresas andaluzas. Su modelo de negocio suele estar vinculado a un volumen muy alto de operaciones con un margen de beneficio reducido.

¿Existe un barrio chino en Sevilla, un Chinatown? La zona de la carretera de Su Eminencia o la calle Marqués de Pickman podrían ser dos de los puntos de la ciudad en los que el comercio chino ha desbancado a los negocios tradicionales. Los estudiantes del grado Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Sevilla, cuya sede está en Ciudad Jardín, conocen al restaurante Qi Lin Ke, abierto en el número 66 de Marqués de Pickman, como «el chino verdadero». La carta de este establecimiento nada tiene que ver con el rollito de primavera o la ternera con pimientos. Es cocina tradicional del sur de China en la que se puede degustar medusa o cabeza y lengua de pato. Con una bandeja giratoria en el centro, las empanadillas son su producto más demandado. David, su dueño, abrió el restaurante en 2007 y siete años después adquirió un local próximo en el que montó un supermercado.

Junto a la Gran Plaza, y en caracteres chinos, es posible encontrar peluquerías y centros de estética, consultas de medicina tradicional china, acupuntura, una autoescuela, supermercados, restaurantes o tiendas de ropa. «No ha habido problemas de convivencia con la gente que llega de China. Quizá para la gente que tiene comercios en la zona ha sido más complicado. Hubo que acostumbrarse a que estaban todo el día abiertos. Hasta el Viernes Santo», cuenta Pepe, sevillano que vive en la zona desde hace más de diez años. «Cuando alguien llega desde China a Sevilla una de las primeras referencias que tiene de la gente que vivimos aquí es la Gran Plaza. Es aquí donde se encuentran con nosotros después de un viaje tan largo», explica Cheng, otro de los cientos de residentes de la provincia de Zhejiang que ha aterrizado en Sevilla.