La memoria es puñetera

Quienes sufrieron torturas en la comisaría de la Gavidia son quienes reclaman hoy la conversión en Lugar de la Memoria Democrática de un edificio que tantas veces soñaron con ver derribado

12 feb 2016 / 16:26 h - Actualizado: 12 feb 2016 / 19:10 h.
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  • Algunos de los participantes en la concentración en la plaza de la Concordia sujetan la pancarta reivindicativa y levantan su puño. / Pepo Herrera
    Algunos de los participantes en la concentración en la plaza de la Concordia sujetan la pancarta reivindicativa y levantan su puño. / Pepo Herrera

El secretario general de CCOO de Sevilla, Alfonso Vidán, y el presidente de la Fundación Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CCOO-A, Francisco Alfonsín, registraron en diciembre un escrito en la Dirección General de Memoria Democrática para instar a la Junta de Andalucía a reconocer a la antigua sede de la Jefatura Superior de la Policía de Sevilla como Lugar de memoria democrática. En el documento se recoge el valor del edificio de la Gavidia, «donde cientos de ciudadanos fueron detenidos y torturados por luchar por las conquistas de las libertades y los derechos democráticos».

«Que yo esté aquí para proteger este edificio cuando tenían que haberlo tirado... La verdad es que tengo mis dudas». Para no tenerlas. Porque Carmelo Acuña, de pie junto a la antigua comisaría de la Gavidia, fue secretario general de Comisiones Obreras del campo en los años 70. Años duros, en los que entró, y no por gusto, en el inmueble que ahora contempla y por cuyos usos futuros pelea.

«Yo estuve aquí tres veces: en el 67, en el 68 y en el 70. La primera por las huelgas del campo, otra por pertenecer al Partido Comunista y la otra, cuando lo del cuartel de San José de la Rinconada», suelta de un tirón. Pasó por innumerables calabozos de la provincia y pisó la cárcel en seis ocasiones. Una muestra, la cicatriz que lleva en la cabeza, producto de «un golpe con la culata de una pistola cuando me cogieron haciendo una pintada».

De la antigua jefatura recuerda muchas cosas, incluidos nombres propios. «En los calabozos me cogió Beltrán, y cuando me soltó me cogió el Colina».

El verbo coger, que sirve para muchas cosas, es aquí sinónimo de torturar. «Claro que se torturaba. Aquí se le metía a la gente cristales en las uñas de los pies. Y cosas peores», recuerda Carmelo.

Su caso no es único. Más bien, buena parte de quienes han acudido a la convocatoria de la Fundación de Estudios Sindicales y Cooperación de Andalucía de CCOO de Andalucía (Fesca) y de la propia CCOO de Sevilla comparten un pasado de lucha antifranquista. Y algún paseo por aquellos calabozos.

Aprendizaje democrático

En el acto central de la concentración, el presidente de la Fesca, Francisco Alfonsín, explicó que «es necesario que quede constancia, que no se borre la historia» de lo que sucedió tras esos muros. «La democracia es nuestra conquista, no podemos caer en el olvido», explicó antes de reclamar la conversión del inmueble en un Lugar de la Memoria Democrática.

El secretario general de CCOO de Sevilla, Alfonso Vidán, habló de un doble objetivo en la iniciativa respecto a la antigua comisaría. El primero tiene que ver con preservar la memoria. El segundo, con «el aprendizaje democrático para las generaciones más jóvenes».

Mientras ellos hablan, abundan los abrazos entre una mayoría de hombres mayores de pasado común y escaso contacto en la actualidad. «Nos vemos poco. La mayoría estamos jubilados, dedicados a los nietos». Lo cuenta Vicente Sanchís, entre saludo y saludo. Como Carmelo Acuña, tampoco tiene claro que le guste ver en pie la antigua sede de la temida Brigada Político-Social, que perdio luego el apellido político sin modificación alguna de sus funciones. «Personalmente le ponía dos cartuchos de dinamita. Personalmente, ¿eh?».

Las razones de las dudas de Vicente también se entienden rápido. «Aquí fui torturado dos veces. La primera me detuvieron antes de un primero de mayo, una detención preventiva. En la segunda me aplicaron la Ley Antiterrorista». ¿Los motivos? «Era sindicalista y miembro de la extinguida Organización Bandera Roja».

Vicente, de todas formas, reflexiona más allá de su (lógico) afán destructor. «Es interesante que se sepa que España vivió un régimen dictatorial. Es importante que se conozca la historia de verdad».

Manuel Raya pasó las 72 horas de rigor en la comisaría, de la que recuerda «que se creó cuando el movimiento obrero y el universitario comenzaron a hacerse fuertes» con el único fin de reprimirlos. Destaca igualmente el «significado grande que tienen estos lugares que están en la memoria».

También Miguel Álvarez ex trabajador de CASA, pasó por la comisaría. «Tres veces 72 horas, y luego al juzgado». No lo dice así, pero el inmueble tampoco le gusta mucho. «El edificio a lo mejor no hay que conservarlo, pero sí hay que dejar algo que represente qué ha sido esto para el movimiento sindical y obrero. Solo enterrarlo no vale».

Mientras, el alcalde visitaba el Polígono Sur. Allí fue interrogado sobre a las intenciones municipales respecto al edificio. Espadas aseguró que en breve estaría listo el estudio encargado por la Gerencia de Urbanismo para determinar las patologías que puede tener el edificio y explicó que frenaron la posibilidad de que la Gavidia albergara un centro comercial. «Va a haber una actividad socio-cultural por definir y que estará en función de las necesidades del Casco Antiguo», remarcó.