Geolocalizar la caca y otras ocurrencias

En los últimos años no han dejado de crearse inventos para hacer más llevadoro el trance de recoger la hez

15 feb 2018 / 17:50 h - Actualizado: 15 feb 2018 / 22:16 h.
"Animales","Inventos","Limpieza","Mascotas y concienciación"
  • Una imagen promocional de la supuesta aplicación ‘Pooper’. / El Correo
    Una imagen promocional de la supuesta aplicación ‘Pooper’. / El Correo

Aunque la cuestión del incivismo de muchas personas sea un mal endémicamente español; el asunto de la recogida de excrementos de los perros tiene alcance internacional. Y, en los últimos años no han dejado de crearse inventos para hacer más llevadero el trance de recoger la hez. Uno de los más sorprendentes fue la app Pooper, una singular aplicación que buscó convertirse en el Uber de las cacas caninas (poop, en inglés, es sinónimo de caca). Si tiene perro y quiere ser ‘Pooper’, sólo había que descargarse la app y apuntarse a alguno de sus planes de pago (entre 15 y 35 dólares mensuales). Otros se apuntarían como ‘Scoopers’ (recogedores). Y mediante geolocalización se les avisaría de dónde estaba el «regalo» canino... Sin embargo, y aunque muchos fueron los que se sumaron, Pooper no fue más que una sátira sobre los límites de los inventos y el triste mercado laboral.

Siendo prácticos –y realistas–, ya podemos optar en España por adquirir bolsas biodegradables (Becothings, Earth Rated) para residuos caninos. Las venden incluso con olores agradables para enmascarar mejor el contenido de la bolsa. Con menos éxito se han intentado colar en el mercado las palas de plástico similares a las que se utilizan en los areneros de los gatos; pero la idea de llevarla manchada hasta casa y tener que lavarla allí no la convierten en una ayuda excesivamente práctica.

Con denominación de origen gaditana, Turbidog ya goza de una buena distribución –e implementación– en países de Centroeuropa y Estados Unidos. Se trata de un aparato fácil de transportar que funciona como un pequeño y potente aspirador. «El usuario no tiene que agacharse a recoger el excremento. Nunca tendremos que tener contacto con estos ya que los filtros tienen capacidad y tamaño suficiente como para que esta acción sea lo más limpia posible», dice su inventor, Juan José Gómez. Sin embargo, el coste de cada filtro (alrededor de 0’40 céntimos) resulta todavía elevado para la mayoría.

Poco a poco el mercado se va llenando de este tipo de aparatos que, sin embargo, gozan aun de escaso predicamento entre los propietarios de canes. Kanxeto es otro recogedor, en este caso plegable, y que permite no tener que agacharse. Kakilim, RecogeDog y PetPooper son otras de las marcas comerciales que ya tienen distribución en nuestro país.

Entre los inventos con fracaso más estrepitoso destaca Kurkun, una ocurrencia con patente rusa que fue retirada del mercado apenas un mes después de que comenzara su comercialización en aquel país. Se trataba de unos polvos corrosivos que engullían la caca cuando se le echaba por encima. Sin embargo, el producto químico que contenía, además de tenerse que manipular con guantes, generaba una importante mancha en el suelo. Ya existe, en Israel, AshPoopie, que convierte las cacas en cenizas, aunque no se ha comercializado fuera de aquel país. Finalmente, Piqapoo es, según su frase comercial un «levanta popó». Se trata de un broche de silicona al que se le pone una bolsa y se lo coloca en la parte del nacimiento de la cola del perro. Cuando el can hace sus necesidades, estas quedan dentro de la bolsa. La persona desabrocha el producto, presiona un botón y la bolsa cae sin ensuciar nada. Hasta ahora divisar un perro que lo lleve en nuestras calles es más improbable que un alienígena llame a su puerta para desearle un buen día.