Pino Montano dice basta ya a los robos

Los vecinos denuncian un aumento masivo de los hurtos que incluso han estado acompañados de agresiones. Culpan de ello al cercano asentamiento chavolista de El Vacie y exigen una mayor presencia policial

28 ago 2017 / 20:37 h - Actualizado: 29 ago 2017 / 11:25 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Barrios","Policía Local","Pino Montano se rebela"
  • Los vecinos de Pino Montano se concentraron a las puertas de la sede de la comunidad de propietarios para exigir a la Policía que ponga medios para evitar la oleada de robos que sufre la zona. / M.D.
    Los vecinos de Pino Montano se concentraron a las puertas de la sede de la comunidad de propietarios para exigir a la Policía que ponga medios para evitar la oleada de robos que sufre la zona. / M.D.

Robos, miedo a salir a la calle incluso a plena luz del día, amenazas y hasta agresiones con arma blanca. Ese es el escenario con el que se encuentran cada día los vecinos de Pino Montano, que han decidido alzar la voz de alarma ante la situación de «inseguridad» que aseguran se vive en el barrio y que ha provocado que la convivencia en la zona haya llegado a niveles «insoportables». De hecho, durante estos meses de verano ya han contabilizado hasta una veintena de robos, lo que les ha llevado a movilizarse para exigir al Ayuntamiento una solución al «sinvivir» que padecen los vecinos de uno de los lugares más populares de la zona norte de la ciudad.

Rocío es una de las más afectadas por estos incidentes. «Llevo 37 años viviendo aquí y nunca había visto nada igual», asegura. Ella, madre de un adolescente de 16 años, no encuentra explicación al hecho de que a su hijo le hayan robado dos veces en el último mes y medio, siempre «en medio de un parque y a las 5 y media de la tarde». Como en los testimonios de otros vecinos, el suyo coincide en que estos hurtos suelen llevarlos a cabo jóvenes del asentamiento de El Vacie –próximo a sus viviendas– y de etnia gitana. «A los niños los tienen atemorizados, no se atreven a salir. Les quitan las bicicletas, los móviles, los altavoces. Lo que sea».

Esta madre ya ha denunciado la situación a la Policía hasta en dos ocasiones, aunque sin mucho éxito. «Nos dijeron que los habían cogido pero los robos siguen en el barrio». Ahora, su principal temor, pasa porque sus hijos «no tienen miedo a nada y al final si se enfrentan a ellos puede pasar una desgracia mayor». Un miedo que comparte con el resto de sus vecinas, como el caso de Rosa. Ella es madre de un niña de 13 años que, junto a algunos de sus amigos, también ha sido víctima de estos robos. «Fue a las 4 de la tarde, cerca de la piscina de los Mares. Lo peor es que una de las atracadoras había estado en clase con mi hija desde los 3 años y hasta sexto de Primaria», recuerda. «Se llevó una semana llorando y solo quería salir conmigo y con el padre. Desde entonces, sale sin el móvil a la calle».

Según cuenta esta vecina, el modus operandi suele ser siempre el mismo. «Se acercan, te preguntan la hora y si sacas el teléfono móvil te lo quitan». Ella, al igual que el resto de afectados, ha puesto el caso en conocimiento de la Policía Local, aunque la respuesta de los agentes ha sido cuanto menos sorprendente. «Me dijeron que nos movilizáramos los vecinos, que si no lo conseguíamos nosotros no lo iba a hacer nadie porque ellos no tienen medios». Tampoco tuvo mejor suerte con las palabras de los agentes una joven de 16 años, que prefiere guardar su anonimato, y que sufrió estos robos. «Llamé a la Policía y me dijeron que si los niños eran más bajos y más pequeños que yo tampoco tenía que preocuparme tanto».

En su caso, el robo estuvo acompañado de la agresión a un amigo que iba junto a ella. «Le dieron puñetazos y no lo dejaron hasta que no se metió por medio una mujer que estaba en la calle», cuenta. El miedo por lo vivido le llevó a no salir a la calle «en unas semanas». De hecho, «no quería ir ni al instituto». Al final, logró superar este temor pero la secuela de lo ocurrido le ha llevado a no llevar encima «ni el teléfono, ni las llaves, ni incluso chucherías. Es que no se puede llevar nada».

Pero ha habido casos aún más extremos en los que incluso ha tenido que realizarse un parte de lesiones. Así le sucedió a otra vecina de su misma edad, de 16 años, que también prefiere no dar su nombre. «Era casi medianoche y estaba por una calle en la que hay muchos bares. Me senté en un banco y vino un hombre de etnia gitana que, al preguntarme la hora, me intentó quitar el móvil», relata. Pero la situación, lejos de ir a menos se agravó. «Al ver que empecé a chillar, me dio puñetazos en la mandíbula y en la boca del estómago y me dejó sin aire. Solté el móvil y lo agarre de la camiseta. Entonces empezó a darme patadas y puñetazos hasta que la gente que estaba en los bares cercanos vino a ayudarme». Esta ha sido una de las situaciones más duras de los últimos meses para el barrio y para esta joven, que no ha vuelto a salir sola de casa. «Me da miedo volvérmelo a encontrar. Saber que no me pudo robar y que vaya a querer hacerlo ahora».

Los vecinos aseguran que estos robos se producen por todo el barrio pero que hay zonas como «las avenidas de al lado de Carrefour y las calles de los Mares» donde «es más fácil» para los ladrones «porque siempre encuentran a un chiquillo con un móvil o a un anciano indefenso». Lugares que están próximos al asentamiento chabolista de El Vacie donde creen que está el germen de este problema. «Por lo que sabemos la mayoría de los robos los están haciendo los gitanos de allí», señala Valle, otra de las vecinas afectadas. «Nos prometieron vigilancia policial. Han estado un mes y ya no se ven policías por la calle», relata. Ella reclama su derecho «a salir a la calle sin miedo» y espera que esta situación no vaya a más. «¿Esto qué es el Bronx o vamos a tener que llevar una pistola en los bolsillos para defendernos?».

Lo cierto es que desde el inicio del actual mandato, el gobierno municipal está trabajando de un modo silencioso para lograr el desmantelamiento total de El Vacie y la integración de sus habitantes en otras viviendas de la ciudad. Hace casi un año que la Unión Europea concedió 15 millones de euros a Sevilla para la ejecución de una estrategia integral de recuperación de las zonas Norte y Macarena entre la que se incluía este plan. La estrategia diseñada por el gobierno de Juan Espadas pasa por una serie de acciones que contarán con una inversión de 4,3 millones y que pasan por el realojo en viviendas distribuidas por la ciudad, con un acompañamiento social por parte de profesionales para garantizar su integración. De hecho, ya ha habido algunas familias que se han acogido a este proceso, aunque en El Vacie queda todavía mucho trabajo por hacer. Y eso es lo que precisamente piden los vecinos de Pino Montano.

«Los que viven allí hace tantos años y nunca han tenido problemas con nosotros deberían dar la cara y pedirles que paren de robar. Así no meteremos a todo el mundo en el mismo saco», señala Esperanza. Ella, que tiene un nieto de 12 años, dice tener «miedo» de que vaya «a por el pan» y hasta de responder al móvil por la calle. «A mí me llaman mis hijas y ya no cojo el móvil, no porque me lo quiten si no por el susto». Y lo peor, asegura, es que «desde hace unos meses la situación es horrorosa». Entre otras cosas, porque «ya no se puede andar por la calle a ninguna hora», y eso es «una pena» para un barrio «que ha sido estupendo toda la vida».

Rocío, madre de un niño de 13 años que también ha sido víctimas de los robos, comparte este sentimiento. «El barrio ha cambiado para mal. Día sí y día no, hay continuamente robos». En su caso, la profesora de la academia a la que acudía su hijo tuvo que llamar por teléfono a todos los padres para que los acompañaran a la entrada y la salida. «Había una pandilla de gitanos que se dedicaban a esperar a los chiquillos en la puerta y les quitaban hasta los botines. Lo peor es el sofocón y la intranquilidad», señala.

Su caso, como el del resto de los afectados, es solo un ejemplo de una controvertida situación que para estos vecinos de Pino Montano se ha convertido ya en algo insostenible. Por el momento, confían en que el Ayuntamiento de Sevilla escuche sus demandas y aumente la presencia policial en las calles del barrio para así sentirse más seguros. Lo que sí tienen claro es que si desde el gobierno municipal no les ofrecen soluciones a esta problemática serán ellos quienes adopten medidas más drásticas para garantizar que se escuche su voz. Ni siquiera descartan cortar el tráfico en la SE-30, una de las vías más concurridas de la ciudad, para que la ciudadanía sea consciente de que lo único que quieren es vivir en paz.