Ecoperiodismo

El mundo rural con acento femenino

Conciliación familiar, presencia en puestos de dirección en empresas e instituciones y en sectores muy masculinuzados, acceso a financiación para proyectos, visibilidad del trabajo...

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
29 dic 2019 / 07:48 h - Actualizado: 29 dic 2019 / 07:48 h.
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  • El mundo rural con acento femenino

Conciliación familiar, presencia en puestos de dirección en empresas e instituciones y en sectores muy masculinuzados, acceso a financiación para proyectos, visibilidad del trabajo... Toda una problemática que afecta aún más a las mujeres ubicadas en territorios rurales. En Andalucía, más del 90 por ciento del territorio es rural y en ellos hay más emprendedoras que emprendedores.

“Mujeres que reclaman ocupar el mismo espacio que los hombres, pero siendo ellas mismas, no adaptándose a modelos masculinos, sino llevando a cabo el suyo propio”, así relata Rosario Andújar, presidenta de la Asociación para el desarrollo Rural de Andalucía (ARA) lo que debe ser el protagonismo de las mujeres en los entornos rurales. En efecto, lograr la igualdad entre hombres y mujeres es un problema más complejo aún en los territorios alejados de las grandes capitales, donde los conceptos del patriarcado están más arraigados y ha creado adherencias sociales que lentamente se van rompiendo para dejar ver a una nueva mujer rural acorde a los tiempos actuales.

Según las estadísticas que baraja ARA, las emprendedoras en el medio rural ya superan a los emprendedores: el 54% de los negocios están encabezados por mujeres, y ocho de cada diez emprendedoras rurales son autónomas. “A pesar de este avance, aún sigue siendo una asignatura pendiente la igualdad entre mujeres y hombres en el medio rural, como explica la presidenta de ARA: “Somos la mitad de la población y no podemos seguir invisibles, o como mucho presentes o invitadas ante la construcción del desarrollo y el futuro de nuestros pueblos”, recalca y sostiene que “nadie mejor que nosotras sabe de la importancia de contar con servicios públicos que faciliten la vida y el acceso a los recursos económicos, sociales, culturales, educativos, de la importancia de la formación y educación en igualdad de género y participación, para poder estar y trabajar en todos los ámbitos y de la necesidad de formar parte activa del desarrollo rural de nuestros pueblos”.

La invisibilización del trabajo de las mujeres en los territorios rurales es una de las lacras que quiere erradicar ARA, para lo que ha recopilado diversas experiencias de “mujeres singulares en el medio rural”, donde se narran las historias personales y vivencias de algunas de las mujeres que han logrado hacerse ver en sus pueblos con su trabajo y tesón. Experiencias de diferentes ámbitos y sectores pero que coinciden en las dificultades añadidas para emprender en territorios rurales por el mero hecho de ser mujer. “Nos cuesta el doble acceder a los puestos de dirección”, explica Santiaga Sánchez Porcel, una agricultora y ganadera ecológica de la comarca de Los Vélez, en Almería, que fundó el movimiento “Ganaderas en red”, por el que recibió en 2015 el “Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales” del Ministerio de Agricultura. Santiaga explica que ella no se sintió discriminada por ser mujer cuando decidió encaminar su vida a ser agricultora y ganadera, “sin embargo, la cosa cambia cuando quieres destacar en algún puesto de dirección o consejo de administración de una cooperativa, comunidad...”.

El apoyo de otras mujeres es clave para romper barreras de género. Por eso en los territorios rurales el movimiento asociativo tiene una importancia crucial. Catalina García Delgado, presidenta de la Federación de Mujeres “El Despertar” del área rural Campo de Gibraltar (Cádiz), que aglutina a siete asociaciones de mujeres de esta comarca gaditana, explica que desde la federación “hablamos a las mujeres de la importancia que tiene para el territorio nuestra participación”. Pero más allá de la participación, desde las asociaciones también se ha tomado conciencia de los principales problemas de género que hay en los territorios rurales. La formación y el acceso al empleo son dos de las cuestiones fundamentales, según Mercedes Colunga Valle, presidenta de la Asociación de Mujeres de Zahara de la Sierra (Cádiz), que reivindica el “imprescindible” papel de las asociaciones de mujeres como “interlocutoras” ante la Administración para hacer llegar las reivindicaciones de las mujeres rurales.

Aunque desde el punto de vista legal está garantizada la igualdad entre mujeres y hombres, la realidad es bastante diferente en el mundo rural y especialmente en el sector agrario donde sigue existiendo una clara desigualdad de las mujeres que se refleja en sueldos más bajos, más precariedad laboral o más desempleo, como detalla María Isabel López Infante, presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de la Subbética Cordobesa y de la Asociación de Mujeres Rurales de Córdoba.

Uno de los retos a los que se enfrentan las mujeres rurales es el reconocimiento del trabajo que desempeñan en las explotaciones agrícolas familiares ya que durante mucho tiempo han sido trabajadoras invisibles. “El tema de la titularidad compartida es una reivindicación de nuestra Asociación y una asignatura pendiente de lo rural”, reclama María Isabel López Infante.

A esto hay que sumar que la conciliación de la vida laboral y familiar sigue siendo una utopía en los pueblos. Ser trabajadora y cuidadora -en el más amplio sentido de la palabra, no sólo de los mayores, sino de la familia al completo- dificulta que las mujeres dispongan de tiempo para participar en otras actividades.

Carmen Salamanca Hernández, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Sulayr de Guadix (Granada), ofrece una visión más positiva: “Vivir en el medio rural puede ser una oportunidad para las mujeres”, afirma. Pero para ello reclama medidas como que el cuidado de familiares se considere una actividad laboral y, por tanto, esté remunerada; y el apoyo de la Administración a la creación de centros para el cuidado de mayores y de guarderías, que ayuden a paliar la carga familiar de las mujeres rurales y les permita su desarrollo laboral.

El acceso a la financiación también es un escollo a salvar para las mujeres que deciden hacerse emprendedoras rurales, como explica Marisa Morales Sancha, presidenta de la asociación de mujeres AFAN XXI, radicada en el pueblo sevillano de Salteras. Para Marisa “las mujeres y sus asociaciones necesitan un mayor apoyo económico para impulsar proyectos e iniciativas empresariales; pero también es necesario que se flexibilicen los mecanismos de acceso a las ayudas para que las mujeres puedan solicitarlas”, recalca.

En este sentido, los Grupos de Desarrollo Rural (GDR) tramitan programas de ayudas con financiación europea y autonómica que incluyen el apoyo al movimiento asociativo desde hace décadas. Sin embargo, las críticas a la Administración andaluza sobre estos programas proceden incluso desde los propios GDR, como apunta Manuela Cabello González, presidenta del GDR Aljarafe-Doñana (ADAD), quien apostilla que “no puede ser que los proyectos de los Grupos o de las asociaciones de mujeres tengan que ejecutarse y pagarse antes de recibir las ayudas, ya que esto impide la realización de los mismos”. Lo mismo ocurre con los proyectos empresariales de mujeres, en su mayoría de pequeños presupuestos: “No pueden acceder a las ayudas por la cantidad de trámites burocráticos y la imposibilidad de obtener un anticipo, salvo si se dispone de recursos económicos, algo que en el mayor número de casos no sucede”, critica. “Si se quiere de verdad apoyar a las mujeres rurales, hay que hacerlo con medidas que se ajusten a la realidad de estas mujeres y no con buenas intenciones que al final se quedan en nada”, sostiene la presidenta de ADAD.

La realidad: en Andalucía las mujeres rurales suman más de 1,85 millones que han de hacer frente en su día a día una doble discriminación que viene dada por el hecho de ser mujer y vivir en el medio rural.